martes, 24 de octubre de 2017

RESONAR DE LA PALABRA Evangelio según San Lucas 12,35-38.

Evangelio según San Lucas 12,35-38. 
Jesús dijo a sus discípulos: "Estén preparados, ceñidos y con las lámparas encendidas. Sean como los hombres que esperan el regreso de su señor, que fue a una boda, para abrirle apenas llegue y llame a la puerta. ¡Felices los servidores a quienes el señor encuentra velando a su llegada! Les aseguro que él mismo recogerá su túnica, los hará sentar a la mesa y se pondrá a servirlo. ¡Felices ellos, si el señor llega a medianoche o antes del alba y los encuentra así!" 


RESONAR DE LA PALABRA

Rosa Ruiz, misionera claretiana
Queridos hermanos:
“Tened ceñida la cintura” comienza diciendo Jesús en el Evangelio de hoy. Y solo un par de líneas después nos asegura que si vivimos con esa actitud, será Él en persona quien se ceñirá para servirnos. Nada nos pide Dios que no esté dispuesto a hacer Él por nosotros y con nosotros.
No hay sugerencia alguna en Jesús en que podamos sentir que juega con ventaja. El evangelio de hoy es una bienaventuranza: “dichosos… felices… bienaventurados”. Los especialistas bíblicos no acaban de encontrar la palabra más adecuada para traducir al castellano el “Makárioí” griego.
Implica la felicidad del “alégrense y gocen” que canta hoy el salmo 39. Y es también la promesa de Lucas: “si os encuentra así, ceñidos, en vela, dispuestos, seréis dichosos -makárioí-“.
O si prefieres decirlo con otras palabras, la invitación es a vivir diciendo: “aquí estoy Señor para hacer tu voluntad”. Eso es vivir ceñidos y en vela. Y la respuesta de Jesús a nuestra disponibilidad no es más que mirarnos a los ojos y misteriosamente decirnos: “aquí estoy para servirte; siéntate a mi mesa. Yo me encargo y te cuido”.
Hoy celebramos a San Antonio Mª Claret. Entenderéis que le recordemos en esta página y yo, como misionera claretiana. Un hombre que eligió vivir ceñido para servir, igual cuando caminaba con una muda por los pueblos de Cataluña que cuando organizaba la diócesis como Arzobispo de Santiago de Cuba o cuando acompañaba a la Reina como confesor en España. Vivir sirviendo dispuesto a hacer la voluntad de Dios y no la propia, no depende del trabajo, el lugar o el momento que nos toque vivir. Nos lo jugamos más en los “cómos” que en los “qués”.
Y esto, lo traduzcamos como lo traduzcamos, sabe a felicidad, a dicha, a bienaventuranza.
Vuestra hermana en la fe, Rosa Ruiz, misionera claretiana

fuente del comentario CIUDAD REDONDA

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