Hermano, ¿sabías que tu cerebro se “poda” a sí mismo?
Los neurólogos han descubierto que las neurovías más usadas del cerebro se fortalecen, mientras que las menos usadas se debilitan y finalmente se destruyen. Los pensamientos en los que tú meditas con más frecuencia se fortalecen, y los que no reciben tanta atención se desvanecen y quedan “podados” del proceso de pensamiento.
Esto nos da ciertas ideas al leer el Evangelio de hoy, que nos exhorta a ser vigilantes esperando que regrese Jesucristo, nuestro Señor. Estar atentos significa prepararse para estar constantemente conscientes de lo que nos rodea y dejar que esta conciencia condicione nuestras acciones.
Los estudios neurológicos sugieren que cuanto más centramos intencionalmente la atención de nuestros pensamientos en el regreso del Maestro, más atentos estaremos a cómo nos preparamos para ese glorioso día.
Pero, ¿por dónde empezar? Una manera de hacerlo es ejercitar una combinación de vigilancia interna y externa.
La vigilancia interna podría ser nada más que mantener presentes las palabras del Señor o imágenes de él y de nuestro “hogar celestial”. Mientras más leamos, nos imaginemos y reflexionemos sobre estos pensamientos positivos, estimulantes e inspiradores, mejor irán ellos reemplazando los pensamientos negativos.
La vigilancia externa demora más, pero también es extremadamente valiosa. Se trata de ocupar el tiempo realizando actividades dedicadas al servicio al Señor y a quienes tenemos cerca. También se refiere a cuidarnos de cómo tratamos a los demás, analizar cómo demostramos el amor en la familia y darle más importancia al tiempo que le dedicamos personalmente al Señor.
Teniendo esto en mente, ve cómo puedes tú usar esta doble estrategia para estar preparado y esperando el regreso de nuestro Señor y Salvador. Además, recuerda que su venida también es doble: al final de los tiempos y en tu vida cotidiana a través de la oración y la Eucaristía. Procura llenar tu mente con los pensamientos del Señor, y orienta tus acciones hacia el amor y el servicio. Todo lo demás caerá en su debido lugar.
“Amado Señor Jesús, enséñame a mantener mis pensamientos y acciones fijos en tu divina Persona hasta que vuelvas en gloria.”
Romanos 6, 12-18
Salmo 124(123), 1-8
Fuente Devocionario Católico La Palabra con nosotros
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