En una aldea rural en la India, una joven hindú escuchó el Evangelio y decidió convertirse en cristiana.
Estudió con un misionero y se bautizó varios meses después. Cuando se enteró el marido, la atacó. La ató de pies y manos y la amenazó: “Te voy a hacer una pregunta. Si respondes que sí, morirás, y si dices que no, vivirás.”
Ella comenzó a orar pidiendo fortaleza para contestar que efectivamente creía en Jesús, aunque tuviera que morir. La pregunta fue: “¿Te vas a bautizar de nuevo alguna vez?” “¡No!” exclamó ella. Aliviado el marido, no le hizo daño.
Poco tiempo después, el esposo también se convirtió a Cristo, y ahora los dos se dedican a compartir la buena nueva de la salvación en Jesús en su aldea y la zona circundante.
No muchos de nosotros tendrán que hacer frente a una persecución violenta de este tipo, pero eso no significa que podamos dejar de lado el Evangelio de hoy pensando que ya no se nos aplica, porque si no hay amenazas extremas que nos afecten, podemos unirnos a nuestros hermanos que las están sufriendo, y podemos pedirle al Espíritu Santo para que nos enseñe a interceder por ellos.
Piensa en Santa Teresita de Lisieux, que es la patrona de los misioneros, aunque nunca se aventuró fuera de las paredes de su convento. Nosotros también, si no podemos salir de nuestra casa, podemos rezar por aquellos que tienen que hacer frente a las dificultades y los peligros de ser cristianos en un entorno ateo y hostil.
Ahora, es fácil ofrecer una oración general por aquellos que sufren persecución, pero tú puedes hacer tu oración más específica. Por ejemplo, como proyecto familiar, puedes escoger un país determinado y buscar información para enterarte de las condiciones allí imperantes. O bien, buscar una institución misionera por la cual puedes orar, o incluso buscar el nombre de un misionero e interceder por él pidiendo la protección del Señor.
Muchos misioneros tienen sitios web y boletines informativos donde uno puede conocer el trabajo que realizan. Sea lo que sea que decidas hacer, pídele al Espíritu Santo que fortalezca y anime a las personas por quienes ores. Ruégale que les enseña, tal como lo hizo con los primeros apóstoles.
“Espíritu Santo, Señor, guía y protege a mis hermanos en su trabajo misionero y en todo lo que dicen y hacen para gloria a tu nombre.”
Romanos 4, 13. 16-18
Salmo 105(104), 6-9. 42-43
Fuente Devocionario Católico La Palabra con nosotros
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