miércoles, 7 de septiembre de 2016

Para que tuviéramos la luz

Para que tuviéramos la luz, te hiciste ciego. Para que tuviéramos la unión, experimentaste la separación del Padre. Para que poseyéramos la sabiduría, te hiciste "ignorancia". Para que nos revistiéramos de la inocencia, te hiciste "pecado". Para que esperáramos, casi te desesperaste. Para que Dios estuviera en nosotros, lo sentiste lejos de Él. Para que fuera nuestro el cielo, sentiste el infierno. Para darnos una estancia gozosa en la tierra, fuiste excluido del cielo y de la tierra, de los hombres y de la naturaleza.
Eres Dios, eres mi Dios, nuestro Dios de amor infinito.

(C. LUBICH "Perché fosse nostro il cielo", in: Cittá Nuova, 1975/3, p. 35).

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