Cuando Jesús se fue, lo siguieron dos ciegos, gritando: "Ten piedad de nosotros, Hijo de David". Al llegar a la casa, los ciegos se le acercaron y él les preguntó: "¿Creen que yo puedo hacer lo que me piden?". Ellos le respondieron: "Sí, Señor". Jesús les tocó los ojos, diciendo: "Que suceda como ustedes han creído". Y se les abrieron sus ojos. Entonces Jesús los conminó: "¡Cuidado! Que nadie lo sepa". Pero ellos, apenas salieron, difundieron su fama por toda aquella región.
RESONAR DE LA PALABRA
Carlos Latorre, cmf
¡Buenos día, amigos!
“El Señor es mi luz”, canta el salmo de hoy. Y tanto en la lectura de Isaías como en el evangelio se nos habla de oscuridad y de ciegos que son sanados por Jesús. Ellos confían en el poder sanador de Jesús.
Entonces les tocó los ojos, diciendo: «Que os suceda conforme a vuestra fe.» Es la luz de la fe la que ilumina su ceguera, vence el sufrimiento físico y la oscuridad interior de aquellas personas. No tengamos miedo de seguir a Jesús a pesar de las tinieblas que tal vez inundan nuestro corazón. Sólo él, el Hijo de Dios, puede hacer brillar la luz y la alegría en nuestra alma.
Muchos son los que buscan luz en su vida. Han hecho estudios, tienen formación y una buena profesión. Pero siguen viviendo en la oscuridad buscando el sentido de sus vidas, porque en el fondo de sus corazones se sienten vacíos.
Hace un tiempo leí el testimonio de la Doctora Esther, que os comparto como un ejemplo admirable de valentía para alcanzar esa luz que ilumina la vida y la llena de alegría.
“Esther ha terminado el primer año de Noviciado y ha hecho la primera Profesión en Argentina, pero ahora viene destinada a Madrid para continuar su formación teológica.
Tiene 38 años, ha ejercido de médico en un Hospital en España.
Hablando de la experiencia del Noviciado explica que es sólo el amor al Señor lo que nos mantiene juntas, pues a vivir juntas hemos sido llamadas:
- Yo con 38, la más joven con 21, de distintas profesiones y países…Pero si el centro está en el Señor es cuando se puede construir un futuro.
-¿Has echado de menos tu profesión de médico?, le preguntan.
-Claro. Me encanta la medicina, pero no es lo más importante de mi vida.
-¿Y cómo fue tu proceso vocacional?
-Conocí a unas Hermanas. Pero me costó mucho ponerme a tiro. Yo era la que quería decidir sobre mi vida, no Dios. Hasta que un día dije: “Mira, Señor, tú decides” Ahí desaparecieron los miedos. Habían caído mis defensas inconscientes, mis resistencias, pues tienes que soltar una cosa si quieres tener otra: Todo junto no se puede.
-¿Qué aconsejas a quien está en esa búsqueda vocacional?
-Oración. Que haga los Ejercicios espirituales. Y que busque quien le acompañe”.
Sólo el Señor nos puede sanar de nuestras cegueras y ayudarnos a mirar la vida con otros ojos. ¿Y por qué no responder con generosidad a sus llamadas?
Tu hermano en la fe.
Carlos Latorre
Misionero claretiano
fuente del comentario CIUDAD REDONDA
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