lunes, 5 de diciembre de 2016

La Misericordia de Dios nos visitó

Misericordia es sentir en tu corazón lo que el corazón del otro siente

¡El tema de esta prédica es tan bonito: “La misericordia de Dios nos visitó”! ¿Pero, qué es la misericordia? Nosotros hemos hablado, ya rezamos, ya cantamos a la misericordia.
Misericordia es sentir en el corazón lo que el corazón del otro siente.

¿Quién aquí no lloro por lo jugadores de la Chapecoense? Tú que eres madre, al ver aquellos ataúdes, seguramente pensaste que podría ser uno de tus hijos. Tú que eres esposa, imaginaste a tu esposo allí. Tu corazón siente lo de ellos. ¡Eso es misericordia! Es lo primero que Jesús ofrece al otro, su misericordia. Es eso lo que me hace sacerdote, la misericordia de Dios.

La misericordia es divina, pero también humana

En el encuentro de Jesús con Zaqueo no hay nada sobrenatural. Jesús no lo sanó de cáncer, no hizo nada de sobrenatural por él. Solo hubo una mirada entre ellos.
Zaqueo ya lo conocía a Jesús, ya lo admiraba, porque escucho hablar de su elocuencia. Zaqueo, sin embargo, se sentía tan miserable, tan indigno, que no estaba ni siquiera cerca de los demás, de aquello que fueron a ver al Señor. Zaqueo se quedo al costado del camino, encima de un árbol.
Jesús tampoco fue por el camino normal, aún siendo sensible como era.

¿Cuantas personas pasan por nuestra vida? Pero nunca nos olvidamos de una que nos amó cuando no merecíamos amor. Jesús lo quiso a Zaqueo cerca cuando este no lo merecía, porque él estaba avergonzado de la vida que vivía, con preguntas gritando en el corazón, buscando el entendimiento que no pasa por la razón.

Cuando pienso en lo que Jesús hizo en la vida de Zaqueo, me quedó pensando en aquel pasaje: “Presten atención en lo que estoy haciendo, porque ustedes van hacer cosas mayores”. Nuestro primer gesto evangelizador no es cuando abrimos la boca, sino cuando miramos a alguien, porque nuestra mirada abraza o rechaza.
La primera palabra, el primer abrazo que damos a alguien es con la mirada.

Zaqueo estaba aprisionado en la vida que llevaba, no se sentía digno de bajar del árbol y abrazar a Aquel hombre. Él estaba encadenado a los preceptos religiosos que lo desclasificaban; pero, de repente, él fue elegido para que Jesús se quedara en su casa.

Su vida nunca más fue la misma.
¿Sabes por qué? La única religión que puede transformar nuestra vida es aquella que nos hace ser amigos de Dios, que nos hace sentirnos a gusto en su presencia.

Dios no tiene vergüenza de ti

Dios no tiene ningún problema en recibirte. No sé cuándo te visitó la misericordia, lo que sé es que fuiste amado cuando no lo merecías. Dios no tiene vergüenza de ti.
No sé cuáles son las barreras que traes en el corazón, no sé cuáles son las dificultades con las que tienes que lidiar. Lo que sé es que también yo tengo esa facilidad de juzgarme a mí mismo, por mis fracasos, vivir encima de un árbol, fingiendo que Dios no está hablando conmigo.
Bartimeo también estaba al margen por causa de aquellos que decían que no era digno de ir hasta Jesús. Pero el Señor le preguntó algo simple: “¿Qué quieres que haga por ti?”
¿Qué podría querer un ciego? Un barco, una casa en la playa. ¡No! Él no perdió tiempo y pidió lo que necesitaba; él sabía que la visión le abriría puertas para conquistar otras cosas.

Yo te miro y me imagino lo que hace que tengas esa mirada entristecida: ¿las heridas o las arrogancias que tienes? ¿o esa bonita sonrisa que esconde una pobreza material?

Cuando me dicen: “Dios le pague, Padre”, les respondo: “Ya me pagó”. Vivo solo para agradecer. Yo coloco mi vida en sus manos y le pido que abra las puertas por las cuales necesito pasar, pero que también cierre aquellas que no me competen.
¡Gracias Padre!

¿Les puedo decir algo? Si pudiéramos terminar el 2016 hoy sería bueno. ¡Oh año difícil! ¿Pero quién dice que no lo podemos terminar hoy?
Nuestro tiempo es el cronos, pero el tiempo de Dios es el kairos.

“Y porque somos sus colaboradores, los exhortamos a no recibir en vano la gracia de Dios. Porque él nos dice en la Escritura: En el momento favorable te escuché, y en el día de la salvación te socorrí. Este es el tiempo favorable, este es el día de la salvación” (2 Cor 6,1-2)
Por la fuerza de Dios podemos terminar el año que no nos hizo bien. La decisión es ahora, podemos bajar ahora del árbol (como Zaqueo).

El político que necesitamos es aquel que esté influenciado por el pensamiento de Jesús. Que sea honesto. Necesito vivir el Evangelio, ser influenciado por él. Necesitamos de personas que nos coloquen en el lugar en el que debemos estar, para que no nos corrompamos.
¡Vayamos a modificar el mundo con nuestro cristianismo!

Tú me puedes decir: “¡Ah, Padre, estoy tan herido!” Y yo te digo: “En el camino vamos a alcanzar nuestra sanación”. Dios necesita tener acceso a nosotros, y es en el camino que vamos alcanzando aquello que Él quiere de nosotros.

¡Basta de pereza!
En lo que Dios permite, en lo que Él niega, vas encontrando la gracia de crecer.
Mi historia no fue fácil. Pero no me siento una víctima, no me quiero sentir como víctima. Sigo agradeciendo a las personas que fueron pasando por mi vida y que me colocaron en el lugar en que Jesús pudo encontrarme.

La persona indicada en el lugar errado
¿Qué tipo de personas elijo? ¿Cuáles tienen influencia sobre mí para que Dios construya el Padre Fabio que soy? Me recuerdo de la tía Ló, una persona que ya murió, pero una vez me dijo: “¡No te puedes quedar aquí! ¡Ve a buscar lo que Dios tiene para hacer en ti!” En aquella expulsión, que no entendí, fui en búsqueda de la voluntad de Dios.

Yo era la persona indicada en el lugar errado.
Entonces, viene aquella persona que te dice: “¡Opa, ven para aquí!”. Esa persona es el mejor amigo que puedes tener en la vida. Aquél que te propicia la salvación.
La mejor amistad se da por la misericordia.

¡Hoy es el día favorable, no es mañana, no! ¡Es hoy!

Gracias, Señor, por traerme a este encuentro, para mostrarme que hoy es el día favorable para mi salvación.
Este encuentro es especial
Este es el encuentro de la vida. Si somos cristianos y tenemos la oportunidad de ser visitados por Dios, no podemos vivir esto a solas, tenemos que promover que otros se encuentren con esa misericordia.
Hoy es el día de mirarnos a nosotros mismos, de ver lo que no nos identifica con Jesús.
La gracia de Dios está a tu disposición, pero bajar del árbol es una decisión personal.
Comencemos a vivir ese proceso que no tendrá fin.
Cuando más caminamos con Dios, nuestra conciencia se va volviendo más clara sobre qué hacer, cómo ser; por eso nos vamos volviendo mejores para indicar el camino a otros.
Dios aun no renunció de ti. Baja del árbol.
Hoy, estoy consagrando el día 4 de diciembre como el día de tu salvación.

Padre Fabio de Melo
Prédica durante el Campamento “Hosanna Brasil” 2016

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