sábado, 9 de febrero de 2019

Meditación: Marcos 6, 30-34

Se compadeció de ellos, porque andaban como ovejas sin pastor.
Marcos 6, 34



Jesús había enviado a sus discípulos a predicar y curar a los enfermos y hoy leemos en el Evangelio que cuando volvieron, los llevó a reposar a un lugar tranquilo. Sin duda reconocía que los discípulos necesitaban recuperarse de la misión realizada. Pero el “reposo” en sentido bíblico tiene connotaciones espirituales más profundas que las comunes.

Desde sus orígenes, el pueblo de Dios tuvo la obligación de santificar el día de reposo, con el propósito de no olvidar nunca que Dios los había liberado de la esclavitud y participar en el reposo de su Creador. Este descanso era, por ende, una señal de libertad. Según la tradición sacerdotal hebrea, cuando los humanos observaban el reposo sabático, imitaban a Dios quien, después de crear los cielos y la tierra, descansó en el séptimo día (Génesis 2, 2).

Así pues, cuando practicamos el “reposo” espiritual revelamos la imagen de Dios que llevamos en el interior y eso nos recuerda que somos hijos e hijas del Altísimo. Pero el descanso de Dios no consiste simplemente en dejar de trabajar, sino en dedicar las energías a la jubilosa ocupación de rendir adoración, agradecimiento y alabanza a nuestro Creador.

En los días de Jesús, el término “Reino de Dios” se refería a que, al final de la historia, Dios manifestaría su majestad y toda la creación lo reconocería. San Marcos afirmaba que el que quisiera comprender el Reino de Dios tenía que mirar a Jesús: el Sanador, el Maestro, el Crucificado y el Resucitado. Jesús ganó aquello que prefiguraba el sábado: el cielo, donde los que mueren en el Señor van a descansar de sus esfuerzos.

Jesús vio que la multitud lo esperaba y tuvo compasión de ellos porque eran como ovejas sin pastor. Cristo, el Buen Pastor, quiere hacernos descansar luego de realizar su trabajo porque, para continuar su obra, tenemos que reponernos y alimentarnos. El descanso de Dios es el descanso del cuerpo, la mente y el espíritu. Este reposo es lo que nos permite llevar a cabo el discipulado o el servicio al cual hemos sido llamados. Así, pues, contemplando lo que significa el descanso en el Señor, meditemos en las palabras del Salmo 23:
“El Señor es mi pastor; nada me falta. En verdes praderas me hace descansar… Tu bondad y tu amor me acompañan a lo largo de mis días, y en tu casa, oh Señor, por siempre viviré.”
Hebreos 13, 15-17. 20-21
Salmo 23, 1-6
fuente: Devocionario Católico La Palabra con nosotros

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