"Permanezcan en mi amor"
Jesús en un momento de especial intimidad espiritual con los suyos, dijo: “Permanezcan en mi amor” (Jn 15,9). No dijo: “Yo les doy una razón de mi amor”. Permanecer es lo contrario de huir: muchos huyen admirados de la calidad que este amor reclama.
San Pablo, sobre el tema dio una explicación a los cristianos de Corintos: “Y nosotros no hemos recibido el espíritu del mundo, sino el Espíritu que viene de Dios, para que reconozcamos los dones gratuitos que Dios nos ha dado. Nosotros no hablamos de estas cosas con palabras de la sabiduría humana, sino con el lenguaje que el Espíritu de Dios nos ha enseñado, expresando en términos espirituales las realidades del Espíritu. El hombre puramente natural no valora lo que viene del Espíritu de Dios: es una locura para él y no lo puede entender, porque para juzgarlo necesita del Espíritu”
(1Cor 2, 12-14).
“Permanecer” es un verbo del Espíritu de Dios, que implica el trabajo de acoger el gran desafío planteado por la sabiduría de Dios a nuestro corazón, a nuestra inteligencia, a nuestra voluntad! En un tiempo en el que se propone escapar, Jesús nos invita para permanecer, a aceptar las categorías de su amor, para entrar con la ayuda del Espíritu de Dios.
“Permaneced”. Una invitación de acoger, un recurso para fortalecer la unidad con Él y entre nosotros (el amor de Jesús engendra una familia: la comunidad cristiana). No nos separa de la prueba; no nos quita el miedo de no ser capaces de hacer más.
“Permaneced”. Una invitación que responde: ¡Sí Señor! No queremos dejar de amarte, de amar en nosotros tu presencia, de amarte en cada hombre.
Jesús, se pone en condición de extrema familiaridad con nosotros. Habla de sí mismo como un amor recibido: es el amor del Padre que Jesús quiere compartir con nosotros: “Como el Padre me ama, asi también los he amado. Permanezcan pues en el amor que les tengo” (Jn 15,9).
Jesús aclara así, la dinámica del permanecer: pide que nos amemos según la forma divina, con la misma sustancia e intensidad del amor que corre entre el Hijo y el Padre. Cosa que hace girar la cabeza, en un vértice en el cual solo con el Espíritu Santo – sin saber nuestra inadecuada inteligencia – se sabe desmenuzar.
¿Quién esta en grado de penetrar este misterio?
¿Quién nos puede dar explicaciones?
¿Quien lo puede comprender?
“Así podrán comprender, con todos los santos, cuál es el ancho y el largo, la altura y la profundidad” (Ef 3,18). Es un amor que solo se puede vivir. Muchos siguen huyendo de Cristo y no tienen alguien que dicen: Permanezca, permanezca ante del dolor y de la soledad, de los amores enfermos y de la precariedad del vivir.
Permaneced significa entrar en profundidad en lo más intimo de Dios, donde solo él tiene acceso, para nosotros, por el Espíritu de Dios.
“Nosotros anunciamos, como dice la Escritura, lo que nadie vio ni oyó y ni siquiera pudo pensar, aquello que Dios preparó para los que lo aman. Dios nos reveló todo esto por medio del Espíritu, que lo penetra todo, hasta lo más íntimo de Dios. ¿Quién puede conocer lo más íntimo del hombre, sino el espíritu del mismo hombre? De la misma manera, nadie conoce los secretos de Dios, sino el Espíritu de Dios. Y nosotros no hemos recibido el espíritu del mundo, sino el Espíritu que viene de Dios, para que reconozcamos los dones gratuitos que Dios nos ha dado” (1Cor 2, 9-12).
Permaneced. Una palabra que cuestiona los verdaderos discípulos de Cristo en los últimos años, porque sella la madurez espiritual de un cristiano, su confidencia siempre marcada por la oración, la Palabra de Dios y los sacramentos.
*Con adaptaciones a la gramática castellana
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