Es tan importante la persona del padre en la vida del hijo, que el propio Hijo de Dios encarnado quiso tener un padre (adoptivo) en la Tierra. Jesús no pudo tener un padre natural en este mundo porque no había hombre capaz de engendrar al Verbo encarnado; entonces, el Espíritu Santo lo engendró en el seno puro y virginal de María Santísima.
Pero Jesús quiso tener un padre adoptivo, nutricio, en este mundo y eligió a San José, el glorioso patrono de Iglesia, como lo proclamó el Papa IX, solemnemente en 1870.
Cuando José quiso dejar a la Virgen María, en el silencio de la discreción de su santidad, Jesús envió inmediatamente al Arcángel de la Anunciación, San Gabriel, quien le dijo en sueño: “José, hijo de David, no temas de recibir a María tu mujer, porque lo que en ella es engendrado, del Espíritu Santo es” (Mt 1,20). Y José tuvo el honor de darle el nombre de Jesús, en el día de su circuncisión (Mt 1,21).
Jesús vivió bajo la sombra protectora del gran San José en el pueblito de Nazaret y en la carpintería del gran santo. La gente le llamaba “el hijo del carpintero”. José le protegió de la ira de Herodes; lo llevo seguro para Egipto, lo mantuvo en el exilio y le trajo de vuelta seguro para Nazaret. Después partió de este mundo en los brazos de Jesús cuando terminó su misión terrena. La Iglesia lo declaró “protector de la buena muerte”.
Ahora, si hasta Jesús quiso y necesito de un padre en este mundo, qué decir de cada uno de nosotros. Solo quien no tuvo un padre, o un buen padre, deja de saber su valor. Todavía hoy, con 65 años de edad, recuerdo con nostalgia y cariño de mi padre. ¡Cuanta sabiduría! ¡Cuanta bondad! ¡Cuanta pureza! ¡Cuanto amor a mi madre y a los nueve hijos.
Todavía hoy con nostalgia y alegría recuerdo sus consejos sabios.
El padre es la primera imagen que el hijo tiene de Dios; por eso Él nos dio el honor de ser llamados padres; porque toda paternidad viene del propio Dios. Muchos hombres y mujeres no tiene una visión correcta y amorosa de Dios porque no pudieron experimentar el amor de sus padres; muchos fueron abandonados y otros quedaron huérfanos.
Pero lo peor de todo es la ausencia de los padres en la vida de los llamados “huérfanos de padres vivos”; y son muchísimos. Muchos y muchos muchachos han generado sus hijos, sin el menor amor, compromiso y responsabilidad, buscando solo el placer sexual de sus relación con una chica; que después es abandonada, vergonzosamente, dejando que ella “se las arregle” para criar su hijo como pueda. Casi siempre son criadas con grandes dificultades; el peso de su manutención y educación es dividido casi siempre con la madre soltera que se mata trabajando y con los abuelos que cuando existen, hacen lo imposible para ayudar.
Normalmente un hijo que tiene un buen padre, cariñoso, trabajador, dedicado a los hijos y a la esposa, no se pierde en los malos caminos de este mundo.
Esta realidad desafortunada la constato el Papa Juan Pablo II en su último viaje al Brasil en 1997. Hablando a los jóvenes en el Maracaná, él dijo que debido al “amor libre”, “en el Brasil existen miles de hijos huérfanos de padres vivos”. ¡Que vergüenza y que dolor para todos nosotros! Cuantos niños con sus futuros comprometidos porque fueron generados sin amor y abandonadas tristemente.
Sin un padre que educa a su hijo, el niño no puede crecer con sabiduría, fe, respeto a los otros, amor al trabajo y a la virtud.. Dejar un niño sin padre, estando vivo, es de las mayores cobardías que se puede perpetrar contra el ser humano inocente que es el niño. Hoy, por desgracia, con el advenimiento de la inseminación artificial y clínicas de fertilización, existe una generación de jóvenes que no conocen sus padres, porque muchos fueron generados por un ovulo que fue inseminación artificial por el semen de un hombre anónimo. Estos jóvenes no conocen la mitad de su historia. ¿Como va ser el futuro de esta generación de jóvenes? No es de extrañar que la Iglesia católica este contra la inseminación “in vitro”.
Profesor Felipe Aquino
Miembro de la Comunidad Canción Nueva, reconocido por su trabajo de promover el bien y el desenvolvimiento de la Iglesia Católica como “Caballero de San Gregorio Magno” por el Papa Benedicto XVI
Miembro de la Comunidad Canción Nueva, reconocido por su trabajo de promover el bien y el desenvolvimiento de la Iglesia Católica como “Caballero de San Gregorio Magno” por el Papa Benedicto XVI
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