¡Buen día, Espíritu Santo!
Cada amanecer la gracia de Tu Presencia pone ante mi
nuevos caminos, nuevas posibilidades.
Otórgame valentía y osadía para transitar cada acontecimiento,
para asumir cada responsabilidad,
para hablar lo que deba ser hablado,
callar lo que deba ser silenciado,
contemplar con compasión lo que deba ser contemplado.
¡Dame sabiduría!
Esa Sabiduría que sólo otorga la cercanía de Tu Amor;
Esa Sabiduría que brota de un corazón que late al compás del Tuyo.
Alienta a los que están entristecidos;
libera a los que están cautivos,
a los que se sienten prisioneros;
A los que están desesperados y desesperanzados;
A los que padecen parálisis espiritual;
A los que están atados por la dinámica del pecado.
Y con Tu Fuerza,
con el Poder de Tu Amor...
Libera, restaura, reconcilia y... ¡sella!
Amén.
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