Los Apóstoles se reunieron con Jesús y le contaron todo lo que habían hecho y enseñado.
El les dijo: "Vengan ustedes solos a un lugar desierto, para descansar un poco". Porque era tanta la gente que iba y venía, que no tenían tiempo ni para comer.
Entonces se fueron solos en la barca a un lugar desierto.
Al verlos partir, muchos los reconocieron, y de todas las ciudades acudieron por tierra a aquel lugar y llegaron antes que ellos.
Al desembarcar, Jesús vio una gran muchedumbre y se compadeció de ella, porque eran como ovejas sin pastor, y estuvo enseñándoles largo rato.
RESONARJulio César Rioja, cmf
Queridos hermanos:
Hoy el Señor invita a los apóstoles a “descansar un poco” después de volver de sus actividades evangelizadoras. Son muchos los que acusan a los evangelizadores de activismo y quizás no les falte razón, pero desde una postura políticamente incorrecta, no soy de los que piensa que se trabaje demasiado, hay muchos supuestos evangelizadores muy ocupados en no hacer nada: No quieren reuniones, ni asambleas, ni comisiones, ni más horas de encuentros, suele ocurrir que son los más ocupados los que se comprometen a llevar un grupo, visitar enfermos, animar a los jóvenes, la catequesis.
¡Claro que es necesario el reposo!, pero después de haber trabajado, (no sé si ocho horas diarias), de haber estado con la gente, que a veces cansa más que el trabajo físico, y aunque todos sabemos que uno vale no por lo que hace, sino por lo que es, extender el Reino, es también tarea. Lo nuestro no es la eficacia, pero sí el encuentro con los hombres y eso necesita tiempo, dedicación, pequeños proyectos, charlas, visitas, escuchar largas horas… Por eso hablamos de ser contemplativos en la acción. Dicho esto, veamos lo que hace Jesús.
Sobre la marcha cambia la programación, en otras ocasiones se irá a orar, pero en esta: “vio una multitud y le dio lástima de ellos, porque andaban como ovejas sin pastor; y se puso a enseñarles con calma”. No sé si su servicio es de un 24 horas: “Vino de noche”, “Al mediodía”, “Hacia el atardecer”… son expresiones que usan los evangelistas, lo que está claro, es que Jesús se olvida de sí mismo y del cansancio de los suyos y sólo piensa en esa multitud que espera algo de él. Una multitud que camina, pero sin rumbo, sin una palabra orientadora, sin pastores que se pongan a su lado, como nos dice la primera lectura de Jeremías.
“Le dio lástima”: es sentir y sufrir con el otro, padecer-con. Podríamos en este momento, imaginarnos lo que busca nuestro pueblo, sentir con todo el que sufre, recordar las luchas por sus reivindicaciones, sus alegrías, sus momentos personales de dificultad… Y preguntarnos: ¿Nos sentimos parte de ese pueblo? ¿No hemos descansado ya lo suficiente en nuestro casa, en nuestro pequeño círculo de amistades, o en nuestra comunidad parroquial, como para que miremos a quienes se están preguntando, si Dios los tiene olvidados?
Es serio el planteamiento de Marcos, este texto que no ofrece doctrina, sin embargo, ofrece una realidad con la que muchos nos sentimos identificados en la vida cristiana y, especialmente en la vida pastoral, son tantas las cosa que hay que hacer ante “los que andan como ovejas sin pastor”, que no sabemos por dónde empezar. Como siempre será necesario estar dentro, estar con Él, orar, descansar y crear comunidades en las que se celebre la vida y sirvan de referencia, interroguen, motiven a buscar respuestas, ofrezcan signos de esperanza y realidades de amor solidario. Y salir fuera, al encuentro sencillo y “con calma”, de los que no creen, de los que están desorientados, de los que no encuentran sentido, de los que luchan por un mundo más justo, es decir, a todos: “A los de lejos y a los de cerca”, como dice San Pablo a los Efesios.
Todos somos pastores de nuestros hermanos creyentes y no creyentes. Termino con un texto del Papa Francisco: “La Iglesia «en salida» es una Iglesia con las puertas abiertas. Salir hacia los demás para llegar a las periferias humanas no implica correr hacia el mundo sin rumbo y sin sentido. Muchas veces es más bien detener el paso, dejar de lado la ansiedad para mirar a los ojos y escuchar, o renunciar a las urgencias para acompañar al que se quedó al costado del camino. Salgamos, salgamos a ofrecer a todos la vida de Jesucristo. Prefiero una Iglesia accidentada, herida y manchada por salir a la calle, antes que una Iglesia enferma por el encierro y la comodidad de aferrarse a las propias seguridades… ”. (La alegría del Evangelio).
Sobre la marcha cambia la programación, en otras ocasiones se irá a orar, pero en esta: “vio una multitud y le dio lástima de ellos, porque andaban como ovejas sin pastor; y se puso a enseñarles con calma”. No sé si su servicio es de un 24 horas: “Vino de noche”, “Al mediodía”, “Hacia el atardecer”… son expresiones que usan los evangelistas, lo que está claro, es que Jesús se olvida de sí mismo y del cansancio de los suyos y sólo piensa en esa multitud que espera algo de él. Una multitud que camina, pero sin rumbo, sin una palabra orientadora, sin pastores que se pongan a su lado, como nos dice la primera lectura de Jeremías.
“Le dio lástima”: es sentir y sufrir con el otro, padecer-con. Podríamos en este momento, imaginarnos lo que busca nuestro pueblo, sentir con todo el que sufre, recordar las luchas por sus reivindicaciones, sus alegrías, sus momentos personales de dificultad… Y preguntarnos: ¿Nos sentimos parte de ese pueblo? ¿No hemos descansado ya lo suficiente en nuestro casa, en nuestro pequeño círculo de amistades, o en nuestra comunidad parroquial, como para que miremos a quienes se están preguntando, si Dios los tiene olvidados?
Es serio el planteamiento de Marcos, este texto que no ofrece doctrina, sin embargo, ofrece una realidad con la que muchos nos sentimos identificados en la vida cristiana y, especialmente en la vida pastoral, son tantas las cosa que hay que hacer ante “los que andan como ovejas sin pastor”, que no sabemos por dónde empezar. Como siempre será necesario estar dentro, estar con Él, orar, descansar y crear comunidades en las que se celebre la vida y sirvan de referencia, interroguen, motiven a buscar respuestas, ofrezcan signos de esperanza y realidades de amor solidario. Y salir fuera, al encuentro sencillo y “con calma”, de los que no creen, de los que están desorientados, de los que no encuentran sentido, de los que luchan por un mundo más justo, es decir, a todos: “A los de lejos y a los de cerca”, como dice San Pablo a los Efesios.
Todos somos pastores de nuestros hermanos creyentes y no creyentes. Termino con un texto del Papa Francisco: “La Iglesia «en salida» es una Iglesia con las puertas abiertas. Salir hacia los demás para llegar a las periferias humanas no implica correr hacia el mundo sin rumbo y sin sentido. Muchas veces es más bien detener el paso, dejar de lado la ansiedad para mirar a los ojos y escuchar, o renunciar a las urgencias para acompañar al que se quedó al costado del camino. Salgamos, salgamos a ofrecer a todos la vida de Jesucristo. Prefiero una Iglesia accidentada, herida y manchada por salir a la calle, antes que una Iglesia enferma por el encierro y la comodidad de aferrarse a las propias seguridades… ”. (La alegría del Evangelio).
No hay comentarios:
Publicar un comentario