San Pedro Damián (1007-1072), benedictino, obispo de Ostia, doctor de la Iglesia
Sermón 9 ; PL 144, 549-553
« Recibirá ya ahora cien veces más» (Mc 10,30)
Nos conviene vivir desprendidos de nuestras posesiones y de nuestra propia voluntad si de verdad queremos seguir a aquél que «no tiene donde reclinar la cabeza» (Lc 9,58) y que vino «no para hacer su voluntad, sino la voluntad del que le ha enviado» (Jn 6,38)... Es así cómo conoceremos por experiencia lo que la Verdad promete a todo el que lo abandona todo y le sigue: «Recibirá cien veces más, y heredará la vida eterna» (Mc 10,30). En efecto, el darnos el ciento por uno nos reconforta a lo largo del camino, y la posesión de la vida eterna hará nuestro gozo para siempre en la patria celestial.
Pero ¿qué es eso de cien veces más? Simplemente, las consolaciones del Espíritu dulces como la miel, sus visitas y sus primeros frutos. Este es el testimonio de nuestra conciencia, es la dichosa y gozosa espera de los justos, es el recuerdo de la bondad sobreabundante de Dios, y en verdad, es también, la inmensidad de su dulzura. Los que tienen experiencia de estos dones no tienen necesidad que se les hable de ella, y ¿quién podría describirlas con unas sencillas palabras a los que no la han hecho?
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