Buen día, Espíritu Santo!
En las puertas del fin de semana,
cuando el cuerpo entero siente el peso del trabajo,
cuando las pequeñas batallas han dejado sus huellas,
te decimos: ¡Ven y visítanos con Tu Presencia siempre nueva!
Alivia nuestros pesos,
penetra con Tu Gracia en nuestras grietas;
Que el desamor no pueda vencer;
que la desesperanza no encuentre espacio;
que la alegría no sea un espejismo;
que la Fe no sea quebrada, ni doblegada.
¡Revístenos con Tu Armadura!
Endereza nuestro andar, que nuevo vigor tengan nuestros brazos!
Y en el Nombre Santo del Hijo,
al caer la tarde nuestros pies de doblen en adoración y alabanza
porque Tu Misericordia es grande,
Tu Amor no pasa,
y Tu Gloria todo lo llena.
Amén
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