* «¿Yo creo que el Señor me ha salvado gratuitamente? ¿Yo creo que no me merezco la salvación? ¿Y si merezco algo es por medio de Jesucristo, y de lo que Él ha hecho por mí? Hagámonos hoy estas preguntas, sólo así seremos fieles a este amor tan misericordioso: amor de padre y de madre, porque también Dios dice que Él es como una madre con nosotros; amor, horizontes grandes, sin límites, sin limitaciones. Y no nos dejemos engañar por los doctores que limitan este amor»
Guardarse de los doctores de la ley que estrechan los horizontes de Dios y empequeñecen su amor. Es uno de los pasajes de la homilía del Papa Francisco en la Misa matutina en Santa Marta, centrada sobre el mandamiento del amor y la tentación de querer ser “controladores de la salvación”.
“Una de las cosas más difíciles de entender, para nosotros los cristianos, es la gratuidad de la salvación en Jesucristo”. El Papa Francisco desarrolló su homilía subrayando que ya san Pablo había encontrado grandes dificultades en hacer comprender a los hombres de su tiempo que esta era la verdadera doctrina: “la gratuidad de la salvación”.
“Nosotros– observó el Pontífice – estamos acostumbrados a oír que Jesús es el Hijo de Dios, que vino por amor, para salvarnos, y que murió por nosotros. Pero lo hemos oído tantas veces que nos hemos acostumbrado”. Cuando entramos en el misterio de Dios de “este amor sin límites”, añadió, nos quedamos “maravillados” y, quizás, “preferimos no entenderlo”.
“Hacer lo que Jesús nos dice que hagamos– añadió – es bueno y se debe hacer”, pero esta es“mi respuesta a la salvación que es gratuita, que viene del amor gratuito de Dios”.
“Jesús parece un poco obsesionado contra estos doctores de la ley, porque les dice cosas fuertes. Jesús les dice cosas fuertes y muy duras. ‘Vosotros os habéis quedado con la llave del conocimiento, vosotros no habéis entrado, y a los que querían entrar, se lo habéis impedido, porque os habéis llevado la llave’, es decir, la llave de la gratuidad de la salvación, de ese conocimiento”.
Y estos doctores de la ley, prosiguió Francisco, “sólo pensaban que respetando todos los mandamientos podía uno salvarse, y quien no lo hacía estaba condenado”. Así,“estrechaban los horizontes de Dios y hacían el amor de Dios pequeño, pequeño” a la“medida de cada uno de nosotros”. Esta, añadió, es “la lucha que tanto Jesús como Pablo hacen para defender la doctrina”.
Cierto, observó, están los mandamientos, pero la síntesis de todo es “amar a Dios y amar al prójimo”. Y con esta “actitud de amor”, afirmó el Papa, “estamos a la altura de la gratuidad de la salvación, porque el amor es gratuito”. “Si yo digo ‘ah, te amo’, pero tengo un interés detrás – advirtió – eso no es amor, eso es interés”.
“Y por esto Jesús dice: ‘El amor más grande es este: amar a Dios con toda la vida, con todo el corazón, con toda la fuerza, y al prójimo como a ti mismo’. Porque es el único mandamiento que está a la altura de la gratuidad de la salvación de Dios. Y luego añade Jesús: ‘En este mandamiento están todos los demás, porque llama – hace todo el bien – a todos los demás’. Pero la fuente es el amor; el horizonte es el amor. Si cierras la puerta y te llevas la llave del amor, no estarás a la altura de la gratuidad de la salvación que has recibido. Esta lucha por el control de la salvación – solo se salvan estos, los que hacen estas cosas – no acabó con Jesús y Pablo”.
Este año, dijo Francisco, se celebran los 500 años del nacimiento de Santa Teresa de Ávila que festejamos hoy. Una mística, una mujer, afirmó, a la que “el Señor le dio la gracia de comprender los horizontes del amor” y “también ella fue juzgada por los doctores de su tiempo”.
Cuántos santos, afirmó, “fueron perseguidos por defender el amor, la gratuidad de la salvación, la doctrina. Muchos santos. Pensemos en Juana de Arco”.
Esta lucha, añadió, “no termina, también es una lucha que llevamos dentro. Y os hará bien hoy preguntarnos: ¿yo creo que el Señor me ha salvado gratuitamente?”. Y también, “¿yo creo que no me merezco la salvación? ¿Y si merezco algo es por medio de Jesucristo, y de lo que Él ha hecho por mí?”.
“Hagámonos hoy estas preguntas, sólo así seremos fieles a este amor tan misericordioso: amor de padre y de madre, porque también Dios dice que Él es como una madre con nosotros; amor, horizontes grandes, sin límites, sin limitaciones. Y no nos dejemos engañar por los doctores que limitan este amor”.
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