directamente en nuestro presente
fuente Canción Nueva en español
Cada ser humano es único, con incontables posibilidades de vivenciar las más diversas situaciones. Desde nuestras primeras memorias de la infancia, vamos acumulando las experiencias más marcantes de la vida; generalmente, las que provocan mayor emoción.
Una fiesta de cumpleaños, aquel paseo esperado, un viaje, las caídas en bicicletas, los juegos con los primos, un regalo especial. Son recuerdos dulces que remiten a un tiempo en que la mirada infantil estaba más despierta a los detalles y encantada con lo nuevo, con lo bello.
Sin embargo, no solo de buenos recuerdos está repleta nuestra memoria. Muchos hablamos sobre eventos traumáticos vividos en diversas fases del desarrollo infantil, pero están también los que ocurrieron durante el crítico paso por la adolescencia y los que enfrentamos en la fase adulta.
Como si fuera hoy
Ese otro lado de la moneda tiende a ser más difícil de elaborar. Causa dolor recordar el sufrimiento de una violencia física o emocional, un abuso sexual, la pérdida de alguien querido, como también los sentimientos de desamparo, soledad y desesperación. Algunos, incluso, afirman recordar con mucha nitidez los detalles del trauma, que podrían relatar todo “como si fuera hoy”. Cuando dicen esa frase, están diciendo la verdad.
Ciertas personas cargan fardos de dolores que terminan pesando más a medida que pasa el tiempo. El recuerdo pasa a ser como una mascota preferida, algo a ser rememorado para no caer en el olvido o para alimentar algún sentimiento de victimización. Otros, por el contrario, intentan olvidar, a toda costa, los eventos traumáticos que aparecen como flashes indeseados en algunos momentos. A veces, colocan un manto por encima del pasado e intentan vivir como si ese dolor no existiera. Es posible, incluso, que algunos busquen refugio en las drogas y en las bebidas, con el deseo de encontrar un consuelo momentáneo.
Suciedades del alma
Primeramente, es importante entrar en contacto con la situación incómoda de forma abierta y transparente. Hablar del tema puede ayudar en la elaboración de lo que sucedió, principalmente si el hecho se dio en la infancia o en la adolescencia. El adulto que eres hoy puede amparar y consolar el niño que fuiste y que no tenía recursos internos para lidiar con esa situación en aquella época. Acoge el dolor, reconoce el sufrimiento y, si viene una emoción, abraza el llanto que podrá lavar la suciedad del alma.
Este puede ser un proceso doloroso y largo. Pero estamos hablando de la calidad de tu vida, de la libertad que mereces experimentar al sacar ese peso de los hombros que hace tus pasos más lentos.
Terrenos oscuros y fríos
Conforme vayas caminando esos terrones oscuros y fríos, podrás lanzar una luz de comprensión, un soplo caliente de perdón que, de a poco, van a traer nuevos significados a tu historia. Si algún paso es muy difícil, ten paciencia contigo mismo, ¡pero no te detengas! Pídele a Dios la gracia necesaria para enfrentar esos dolores, cuenta con la ayuda de otras personas o profesionales que puedan ayudarte en este proceso.
Al final, puede suceder que descubras que el perdón – a otros y a ti- es posible y que te deja libre para vivir sin rencor y sin odio. Tal vez encuentres una fuerza interior que no imaginabas poseer, y una mirada serena puede aparecer en tu rostro, junto con una sonrisa abierta. Valdrá la pena conocer una nueva forma de visitar tu pasado y lidiar con los dolores que parecían eternas.
Milena Carbonari
Psicóloga, Pos-graduada en Educación y Terapia Sexual, misionera de “Jóvenes Sanados” y miembro del Apostolado de la Teología del Cuerpo Brasil
Psicóloga, Pos-graduada en Educación y Terapia Sexual, misionera de “Jóvenes Sanados” y miembro del Apostolado de la Teología del Cuerpo Brasil
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