“Si no descubres tus debilidades del alma, los dolores del corazón y de la historia, no sanarás”
El Señor habla en su Palabra de la señal del Sinaí a Moisés, sobre el Jubileo. “Contarás siete semanas de años, osea, siete veces siete años, lo que dará cuarenta y nueve años. Entonces, harás sonar la trompeta en el décimo día del sétimo año. En el día de la expiación harás sonar la trompeta por todo el país. Declarareis santo el quincuagésimo año y proclamarás la liberación para todos los habitantes del pais: será para ti un jubileo”. Levítico: 25, 1. 8-17
“Ninguno de ustedes haga daño a su hermano; antes bien, teman a su Dios, porque yo soy el Señor, Dios de ustedes”.
El Señor pide que no nos hagamos daño los unos a los otros. Cuando vemos nuestra vida, vemos que lo que nos deja más tristes, incómodos, no son las personas de fuera, sino las de casa. Si alguien que no nos conoce ni tiene intimidad con nosotros habla mal o nos juzga, hasta lo aceptamos mejor, porque no nos conoce, pero cuando se trata de alguien de nuestra casa, esposo, padres, hijos, amigos, nos herimos.
El Señor pide que no nos hagamos daño los unos a los otros. Cuando vemos nuestra vida, vemos que lo que nos deja más tristes, incómodos, no son las personas de fuera, sino las de casa. Si alguien que no nos conoce ni tiene intimidad con nosotros habla mal o nos juzga, hasta lo aceptamos mejor, porque no nos conoce, pero cuando se trata de alguien de nuestra casa, esposo, padres, hijos, amigos, nos herimos.
Muchas de nuestras heridas están ligadas a nuestra historia.
Existen personas que vivieron tantos dolores que hacen votos íntimos tipo: “Nunca más quiero recordar esto”. Cuando alguien pide que cuente su historia a los otros dice por ejemplo: “de mis 7 a mis 15 años, no recuerdo nada”. No recuerda porque quiso borrar ese periodo de su historia.
Existen personas que vivieron tantos dolores que hacen votos íntimos tipo: “Nunca más quiero recordar esto”. Cuando alguien pide que cuente su historia a los otros dice por ejemplo: “de mis 7 a mis 15 años, no recuerdo nada”. No recuerda porque quiso borrar ese periodo de su historia.
Cuando vivimos una cosa buena no queremos borrarla de nuestra mente. Sin embargo, queremos olvidarnos de los momentos de dolor, solo que si no conocemos nuestra historia no podremos ser sanados. Es como ir al médico, no sirve tomar el remedio sin tener el diagnóstico, sin él puedes tomar un remedio para la gripe estando con neumonía, o tomar para el dolor de cabeza estando con cáncer. Sin tener un diagnóstico, es difícil encontrar un tratamiento.
Si no descubres cuales son las debilidades de tu alma, los dolores de tu corazón y de tu historia, no te podrás sanar. Pero si las conoces, podrás luchar contra tus debilidades. No es porque tuviste una historia difícil, que viviste bullying en la escuela, que debes vivir resentido con la vida, porque tu puedes ser un victorioso. Cada persona tiene el derecho de mirar sus límites y decir: “No quiero vivir así”
Cuán difícil es oír sobre nuestras fallas! Muchas veces nos sucede que tenemos puesta alguna prenda, alguna ropa y no vemos las manchas, alguien necesita avisarnos que está sucio. Si somos dóciles, pondremos la ropa para lavar, de lo contrario no aceptaremos lo que el otro nos dice y nos quedaremos como estamos. Si ponemos la ropa para lavar, puede ser que la mancha no salga la primera vez. Tal vez, sea necesario remojarla varias veces. Esto es lo que Dios quiere hacer con nosotros: quitar las manchas interiores para purificarnos. Puede que no nos sane en el primer lavado, puede ser que nos ‘remoje’ varias veces.
Juan el Bautista, murió porque no negó su misión. El estaba preso debido a Herodias, con quien Herodes estaba adulterando, porque la mujer era su cuñada. Ellos estaban en una fiesta de cumpleaños, con bebidas, música… Así sucede cuando nos rendimos frente a los vicios, tomamos decisiones por impulso, de las cuales nos arrepentimos por el resto de nuestras vidas.
Tal vez sucedió eso contigo, dijiste algo que ametralló a alguien o sin pensar bien, tomaste una decisión de la que te arrepentiste. No matamos solamente con armas, existen varias formas de matar a las personas en nuestro interior.
Juan el Bautista murió porque fue fiel a la misión que Dios le concedió. Juan entendió tanto su misión, que dio su vida por ella. Padre, madre, ustedes nunca darán la vida por la misión que Dios les dio mientras no entiendan lo que esto significa. Quien no entiende la misión, no da la vida por ella, solo da la vida quien ama su misión.
El autoconocimiento es muy importante. Muchas cosas que vivimos en nuestro pasado aún pueden estar condicionando nuestro presente. Cuando alguien que fue traicionado en el pasado ve a la persona que lo traicionó, aún años después, siente de nuevo los mismos sentimientos de cuando eso sucedió, es como quitar la costra de una herida.
Perdonar es como una cicatriz, recuerdas, pero ya no duele. Perdonar es también creer que en lo que Dios puede hacer en el otro. Para ti, tal vez, el cambio de los tuyos te parezca imposible, pero para Dios es posible.
Crees que los otros siempre son mejores que tu, que el cabello de los otros, los ojos, la vida financiera, todo es mejor en los otros, tal vez tienes un espíritu de comparación con el otro y no te valorizas. Tal vez tu milagro sea superar todo esto. Dios puede hacer en ti y en tu familia. Si el le devolvió a Pablo, que era un asesino, ¿no te la puede devolver a ti?
En tu casa, puede ser que todo esté igual, porque no cambiaste de casa, familia o trabajo, pero tengo una buena noticia: tú cambiaste, estás sanado, lleno del Espíritu Santo y puedes hacer la diferencia en la vida de las personas.
Padre Arlon Cristian // Predica durante Encuentro Fe y Milagros 2015
Padre de la Comunida Canción Nueva
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