“...empezaron a acosarlo, exigiéndole respuesta sobre muchas cosas”
Aquel que desprecias ahora fue en su momento superior a ti. Aquel que es hombre ahora fue eternamente perfecto anteriormente. Está en el principio sin causa. Luego se sometió a las contingencias de este mundo... Para salvarte, tú que le insultas, tú que desprecias a Dios porque ha tomado tu basta naturaleza...
Lo envolvieron en pañales... se levantó de la tumba y se liberó de las vendas de la muerte... Lo acostaron en un pesebre y fue glorificado por los ángeles, anunciado por una estrella, adorado por los magos... Huyó a Egipto, pero liberó a los egipcios de sus supersticiones... Ha conocido la fatiga y es el descanso para todos los que acuden a él... Se deja llamar “samaritano y poseído por el diablo” pero él cura al que cae en manos de bandoleros y salva a los hombres de los espíritus malignos... Él ora y escucha las oraciones de los hombres. Llora y enjuga las lágrimas de los otros. Fue vendido por un precio y rescata el mundo a un precio: su propia sangre.
Como una oveja que se lleva al matadero, él conduce a las ovejas de Israel a buenos pastizales. Como una oveja que no abre la boca, siendo él la Palabra anunciada por la voz de aquel que llama en el desierto. Fue herido y llagado y cura toda enfermedad y toda debilidad. Fue levantado en el madero, clavado en la cruz, él que restauró nuestra dignidad en el árbol de la vida... Muere pero da vida destruyendo la muerte. Fue sepultado pero resucitó y, subiendo a los cielos, libra a las almas del infierno.
San Gregorio Nacianceno (330-390), obispo y doctor de la Iglesia
Tercer discurso teológico
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