lunes, 19 de octubre de 2015

EL PESO QUE LA GENTE LLEVA



Miro a mi alrededor y descubro que las cosas que quiero llevar en un viaje no pueden ser llevadas. Exceden los tamaños permitidos. ¿Has imaginado llegar a un aeropuerto cargando el colchón para ser despachado?

Las preguntas son muchas... ¿y si tuviera el deseo de oír aquella música que me gusta?  ¿o la película que acostumbro ver de vez en cuando como si fuese la primera vez?
Desisto.
Tiro dentro de la valija lo que puedo en el espacio delimitado para mi partida y voy.
De vez en cuando recuerdo alguna cosa olvidada, y concluyo que, inevitablemente la mitad de las cosas que llevé no me sirven para nada.
Es en esa hora que descubro que partir conlleva una experiencia de sufrir ausencias.
Y en eso vive el encanto de los viajes. ¡Viajar es descubrir el mundo que no tenemos!
Es el tiempo de sufrir la ausencia que nos ayuda a mensurar el valor del mundo que nos pertenece.

Y entonces descubrimos el motivo que llevó al poeta a cantar: "Bueno es partir. Bueno es también poder volver!
El tenía razón. La partida nos abre los ojos para lo que dejamos.
La distancia ns permite mensurar los espacios dejados.
Por eso, partidas y llegadas son instrumentos que nos indican quien somos, lo que amamos y lo que es esencial para que la gente continúe siendo. Al ver el mundo que no es mio, me reencuentro con el deseo de amar todavía más mi territorio. Es consecuencia natural que hace al corazón querer volver al punto inicial, al lugar donde todo comenzó.
Es como si la voz identificase la raíz del grito, el elemento primero.

Vida y viaje siguen las mismas reglas. Los excesos nos pesan y nos retiran la voluntad de vivir. Por eso es tan necesario partir. Salir en la dirección de las realidades que nos ausentan. Lugares y personas no pertenecen al contexto de nuestras lamentaciones... hospitales, asilos, internados...

Ver el sufrimiento de cerca, tocar la herida que no duele en nuestra carne, pero que de alguna manera puede humanizarnos.
Andar en la dirección del otro es también hacer un viaje. Pero no lleves muchas cosas. No tengas miedo de las ausencias que sentirás. Al entrar en territorio ajeno, quien sabe, tal vez tus ojos se abran para percibir de una manera nueva el territorio es es tuyo. No lleves tus pesos. 
Ellos no te permitirán encontrar al otro.
Viaja liviano, liviano, bien liviano.
y más te elevarás.

p. Fábio de Melo
Adaptación del original en português

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