Padre Dios,
Padre de Bondad y Misericordia,
vuelvo mi mirada hacia Tí,
dador de todo Bien para suplicarte la gracia
de vivir el presente en santidad y justicia.
Por Tú Hijo fui rescatado,
por la Sangre del Cordero fui librado y hoy,
emancipado del pecado,
te suplico una nueva Bendición;
Para moverme libre de lo que me encadenaba,
para caminar seguro en Tus pasos,
para tener Tus pensamientos,
para ser más de Ti y menos de mi:
¡Derrama Tu Espíritu Santo!
Tú que regalas vida eterna por medio de Cristo Jesús,
Derrama una porción abundante de Espíritu!
Esparce Tu Santo Fuego!
Séllanos una y otra vez con Tu Marca,
aquella que se ha visto deslucida por tanto desamor,
aquella que he opacado y escondido.
y abre mis ojos, mis oídos...
dime, ¿qué podemos hacer juntos hoy?
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