Lucas 12, 39
¿Por qué se compararía Jesús con un ladrón cuando predicaba sobre su Segunda Venida? ¿Por qué usó el ejemplo de un amo duro que castiga a sus criados por no estar preparados? Para los que han descuidado su relación con Dios, estas ideas pueden ser seguramente una llamada de atención. Pero, los que estamos tratando de seguir al Señor de la mejor manera posible, ¿deberíamos empezar a preocuparnos?
No, en absoluto. Jesús no quiere atemorizarnos para que entremos al Reino. Pero hay sin duda un elemento de misterio en cuanto a su Segunda Venida. Por muy espirituales que seamos, su venida va a sorprendernos. Sabemos que vendrá “en las nubes del cielo con gran poder y gloria” (Mateo 24, 30), pero no sabemos exactamente cómo lucirá ni cuándo va a suceder. Sólo podemos esperar que cuándo lo infinito entre en lo finito, la vida normal que conocemos deje de ser normal.
Dado que el regreso del Señor nos sorprenderá a todos, cabría suponer que realmente no hay cómo prepararse, pero sus propias palabras nos dicen que toda nuestra vida cristiana depende de cómo estemos preparados. ¿Cómo? Tomando nuestra cruz diariamente y siguiéndole. Si queremos encontrar la vida, ¡tenemos que perderla! (Lucas 9, 23-24; 14, 33).
Pero la mejor manera de aprontarse para el regreso del Señor es dejar que él haga su morada en el corazón de uno. En su tiempo de oración, trate de estar atento a la voz del Señor, que tal vez quiera hablarle de alguna manera, no sólo a través de su palabra, sino con la voz suave del Espíritu o por las acciones y palabras de quienes son cercanos a usted. Mientras realiza los quehaceres normales del día, manténgase atento a las interrupciones que le vengan, tal vez, peticiones inesperadas de ayuda de parientes, amigos o compañeros de trabajo, porque puede ser que el Señor le esté dando una oportunidad para servirle. En realidad, no hace falta esperar hasta el fin del mundo para verlo; ¡él está llamando a su puerta ahora mismo!
“Señor, quiero darte la bienvenida cualquiera sea la forma en que hoy vengas a mi vida, en la convicción que me dé tu santa palabra, la presencia de mi prójimo y en todas las bendiciones que me das.”fuente Devocionario Católico La Palabra con nosotros
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