Te damos gracias, Padre fiel y lleno de ternura, porque tanto amaste al mundo que le has entregado a tu Hijo, para que fuera nuestro Señor y nuestro hermano. El manifiesta su amor para con los pobres y los enfermos, para con los pequeños y los pecadores. El nunca permaneció indiferente ante el sufrimiento humano; su vida y su palabra son para nosotros la prueba de tu amor. Como un padre siente ternura por sus hijos, así tú sientes ternura por tus fieles... Por eso, te alabamos y te glorificamos y, con los ángeles y los santos, cantamos tu bondad y tu fidelidad, proclamando el himno de tu gloria...
Fortalece a tu pueblo con el cuerpo y la sangre de tu Hijo y renuévanos a todos a su imagen. Que todos los miembros de la Iglesia sepamos discernir los signos de los tiempos y crezcamos en la fidelidad al evangelio. Que nos preocupemos de compartir en la caridad las angustias y las tristezas, las alegrías y las esperanzas de los hombres, y así les mostremos el camino de la salvación.Misal Romano
Oración eucarística para los encuentros C
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