miércoles, 7 de septiembre de 2016

DICHOSOS LOS POBRES

San Gregorio de Nisa (c. 335-395), monje, obispo
La Bienaventuranzas, 1
“Dichosos los pobres”

      Puesto que casi todos los hombres son, naturalmente, víctimas del orgullo, el Señor comienza las Bienaventuranzas alejando el mal que origina la suficiencia y aconseja imitar al voluntariamente Pobre que es el verdadero bienaventurado –de manera que se le pueda asemejar por una pobreza voluntaria, según esté a nuestro alcance, para tener parte en su bienaventuranza, en su felicidad. “Tened entre vosotros los sentimientos propios de una vida en Cristo Jesús. Él, a pesar de su condición divina, no hizo alarde de su categoría de Dios; al contrario, se despojó de su rango y tomó la condición de esclavo” (Flp 2,5-7).

      ¿Es que hay algo más miserable para Dios que tomar la condición de esclavo? ¿Algo más ínfimo para el Rey del universo que compartir nuestra naturaleza humana?. El Rey de reyes y Señor de los señores, el Juez del universo paga impuestos al César (1Tm 6,17; Hb12,23; Mc 12,17). El Amo de la creación abraza este mundo, entra en una gruta, no encuentra lugar para él en un hostal y se refugia en un establo, en compañía de animales faltados de razón. El que es puro e inmaculado toma sobre él las inmundicias de la naturaleza humana, y después de haber compartido toda nuestra miseria, llega hacer, incluso, la experiencia de la muerte. ¡Considera la desproporción de su pobreza voluntaria! La Vida gusta la muerte, el Juez es llevado ante el tribunal, el Señor de la vida de todos se somete a un magistrado, el Rey de los poderes celestes no se sustrae a las manos de los verdugos. Dice el apóstol Pablo que es con este ejemplo que se mide su humildad (Flp 2,5-7).


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