SEXTO DÍA – EL ALIMENTO
Mientras comían, Jesús tomó el pan, pronunció la bendición, lo partió y lo dio a sus discípulos, diciendo: «Tomen y coman, esto es mi Cuerpo». Después tomó una copa, dio gracias y se la entregó, diciendo: «Beban todos de ella, porque esta es mi Sangre, la Sangre de la Alianza, que se derrama por muchos para la remisión de los pecados.
Mateo 26, 26
Súplica
Jesús, mi corazón desborda de gratitud porque, aún sabiendo que jamas tendría merecimiento para recibir tal gracia, tu te haces alimento en el altar, ofreciéndote a mi por las manos del sacerdote y ministros, extensión de tus manos generosas. Dame la gracia de siempre buscarte con ardor, para que yo no desfallezca en el medio de la jornada, rumbo a tu encuentro.
Repite con mucho fervor,
muchas veces:
Jesús, por el poder de Tu Sangre Redentora, suplico que jamas me falte el pan de vida.
Oración de sanación para
ser repetida cada día.
Jesús coloca tus manos benditas ensangrentadas, llagadas y abiertas sobre mi en este momento. Me siento completamente sin fuerzas para seguir cargando mis cruces. Necesito que la fuerza y el poder de tus manos, que soportaron el más profundo dolor al ser clavadas en la cruz me levanten y me curen ahora. Jesús, no pido solamente por mi, sino también por todos aquellos que más amo. Necesitamos desesperadamente de sanación física y espiritual a través del toque consolador de tus manos ensangrentadas e infinitamente poderosas. Reconozco, a pesar de todas mis limitaciones y de la infinidad de mis pecados, que es Dios, Omnipotente y Misericordioso quien actúa y realiza lo imposible. Con fe y total confianza puedo decir: Manos ensangrentadas de Jesús, Manos heridas allí en la Cruz, ven a tocarme. ¡Ven, Señor Jesús!
Termina el primer día
rezando un Padre Nuestro y un Gloria para agradecer las gracias y milagros que
serán realizados a través de las manos ensangrentadas de Jesús en esta Novena.
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