Cuando Jesús regresó en la barca a la otra orilla, una gran multitud se reunió a su alrededor, y él se quedó junto al mar. Entonces llegó uno de los jefes de la sinagoga, llamado Jairo, y al verlo, se arrojó a sus pies,rogándole con insistencia: «Mi hijita se está muriendo; ven a imponerle las manos, para que se cure y viva». Jesús fue con él y lo seguía una gran multitud que lo apretaba por todos lados. Se encontraba allí una mujer que desde hacia doce años padecía de hemorragias. Había sufrido mucho en manos de numerosos médicos y gastado todos sus bienes sin resultado; al contrario, cada vez estaba peor. Como había oído hablar de Jesús, se le acercó por detrás, entre la multitud, y tocó su manto, porque pensaba: «Con sólo tocar su manto quedaré curada». Inmediatamente cesó la hemorragia, y ella sintió en su cuerpo que estaba curada de su mal. (Mar. 5,21-29)Observa la fe de esa mujer que apenas había oído hablar de Jesús. Mi hermano, hoy, el Señor quiere levantar tu fe. Tal vez ya te has acostumbrado a Él; tal vez, ya no creas más. ¡Ahí está el desastre! La gran sanación que Dios quiere hacer en tu vida es la sanación de tu fe.Esta Palabra que estamos leyendo, aconteció con aquella mujer y está sucediendo hoy contigo. Mis hermanos, ella ni tocó a Jesús, sólo las orillas de Su manto.Jesús te está tocando, está tocando tus enfermedades. Entonces, tócalo a Él y cree que Él te está tocando. Mientras la mujer contaba al Señor su historia, llegó alguien con la noticia de que la hija de Jairo había muerto. ¡Imagínate lo que pasó en el corazón de Jairo! Al escuchar la noticia, Jesús le dijo a Jairo: "No temas, cree solamente."
Tu hermano,
Monseñor Jonas Abib
Fundador de la Comunidad Canción Nueva
Adaptación del original en portugués
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