"Una vida desprovista de un centro donde reinen el silencio y la tranquilidad fácilmente se vuelve engañosa. Si nos aferramos a los resultados de nuestras acciones como la única manera que tenemos de autoidentificarnos, nos volvemos posesivos, defensivos y dependientes de falsas identidades. En la soledad de la oración desenmascaramos paulatinamente el espejismo de nuestras dependencias y posesividades, y en el centro de nuestro propio yo descubrimos que nosotros no somos aquello que podemos controlar o conquistar, sino más bien aquello que nos es dado de lo alto para canalizarlo hacia otros. En la oración solitaria nos hacemos conscientes de que nuestra identidad no depende de lo que hemos logrado o poseemos, que nuestra productividad no nos define, y que nuestra valía no es la misma que nuestra utilidad".
Henri Nouwen
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