«Así, Jesús nos enseña a pedirle al Padre el pan de cada día. Y nos enseña a hacerlo unidos con tantos hombres y mujeres para quienes esta oración es un grito, – que a menudo se lleva dentro- y que acompaña la ansiedad de cada día. ¡Cuántas madres y padres, incluso hoy, se van a dormir con el tormento de no tener en la mañana pan suficiente para sus hijos! El pan que el cristiano pide en oración no es “mío”, sino “nuestro”. Esto es lo que quiere Jesús. Nos enseña a pedirlo no solo para nosotros, sino para toda la fraternidad del mundo. Si no se reza de esta manera, el “Padre Nuestro” deja de ser una oración cristiana. “¡Todos somos tus hijos, Padre, ten piedad de nosotros!”. Y ahora nos hará bien detenernos unos momentos y pensar en los niños hambrientos. Pensemos en los niños que están en los países en guerra: en los niños hambrientos de Yemen, en los niños hambrientos de Siria, en los niños hambrientos de todos esos países donde no hay pan, en Sudán del Sur. Pensemos en esos niños y pensando en ellos digamos juntos, en voz alta, la oración: “Padre, danos hoy nuestro pan de cada día”»
Francisco
Audiencia General 27-03-19
Viñeta: Leonan Faro
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