¿Cuándo fue la última vez que alguien te dijo que te notaba diferente? ¿Cuándo fue la última vez que alguien te dijo que ahora no eres el mismo de antes, eres “distinto”? Tal vez no quieras llamar la atención de esa manera, sin embargo parece que eso es lo que Jesús nos pide que nos esforcemos por lograr. ¿Qué quiere decir esto?
El Evangelio de hoy es el final del Sermón de la Montaña. Es la última parte de lo que los estudiosos llaman la “antítesis”, cuando Jesús dice: “Ustedes han oído que… pero yo les digo…” En cada antítesis, Jesús está explicando cómo es la vida en el Espíritu, y ésta es completamente inusual.
Pero si queremos hablar de algo que no es usual, miremos cómo nos ama Dios. Por naturaleza, nosotros amamos a quienes nos demuestran amor. La ley mosaica alentaba a los israelitas a ir un poco más allá y amar a sus hermanos “como a sí mismos”. Pero Dios va todavía más allá: amar también a quienes no nos aman, incluso a nuestros enemigos. ¿No es esto de lo que trata la cruz de Cristo?
Jesús nos pide que tratemos de amar incondicionalmente. La gente nos verá y dirá: “¿Cómo puedes amar así?” Y eso es bueno, deberíamos dejar a muchos rascándose la cabeza.
Pero, ¿cómo puede uno llegar a amar incluso a sus enemigos? Empapándonos del amor de Dios. Entre más inmersos estemos en su ternura y misericordia, derribaremos más las barreras que nos separan unos de otros y el corazón se nos empezará a suavizar y desearemos tratar a las personas tal como Dios nos trata a nosotros. Así podremos salir de nosotros mismos e influir positivamente en más personas.
Por supuesto que “luciremos distintos” porque estaremos haciendo algo distinto. Estaremos mostrándole al mundo cómo actúa un discípulo de Cristo. Como Jesús mismo lo prometió, las personas sabrán que le pertenecemos a él por la forma en que nos amamos (Juan 13, 35).
Mañana, después de la Misa, intenta hacer algo distinto. Habla con alguien que no conoces. Es posible que al principio te sientas incómodo, pero no importa. Cuando des el primer paso, Dios te sorprenderá. Es posible que veas su presencia en alguien inesperado. ¡Así empezarás a amar como Dios nos ama!
“Señor Jesús, quiero tratar de imitarte en todo. Ayúdame a hacerlo, para que yo también sea ‘distinto’.”
Deuteronomio 26, 16-19
Salmo 119(118)1-2. 4-5. 7-8
fuente: Devocionario Católico La Palabra con nosotros
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