domingo, 1 de octubre de 2017

Describiendo al verdadero cristiano

Corazón y mente se dedican a Dios. El corazón se enciende con el amor de Dios, mientras que el espíritu se esfuerza en seguir alzándose hasta Él.















Que maravilloso es el semblante del creyente! ¡Qué milagroso es su don! Su belleza encanta, su actitud expresa su confianza en Dios. La serenidad que emana su aspecto nos da a conocer que hay paz en su alma, que no hay ofuscación en su corazón. La bondad que se reconoce en la faz del creyente da testimonio de la tranquilidad que hay en su conciencia. El creyente es el ícono del hombre liberado de la tiranía de las incesantes preocupaciones de la vida, esas que diariamente nos atormentan. En verdad, el ícono del hombre que confía en Dios está pintado, con vivos colores, en el aspecto de su rostro. El creyente es la imagen del hombre verdaderamente feliz. Y lo es, porque tiene la certeza de la santidad de su fe y está convencido de que esta promulga la verdad. Dios ha hablado en misterio a su corazón y lo ha llenado de una divina alegría. Corazón y mente se dedican a Dios. El corazón se enciende con el amor de Dios, mientras que el espíritu se esfuerza en seguir alzándose hasta Él.

(Traducido de: Sfântul Nectarie, Morala creștină în curs de publicare la Editura Doxologia,
traducere realizată după Apanta erga vol. IV, Atena 2010)
Fuente: Doxologia

No hay comentarios:

Publicar un comentario