Dice el profeta David que
“El sacrificio a Dios es un espíritu contrito;
un corazón contrito y humillado”.
Todo aquel que ofende a Dios, siente un dolor interior, un persistente remordimiento por haberle faltado a Él. Esa tristeza, que oprime el corazón y muchas veces provoca fervientes lágrimas, es considerada la primera ofrenda, el primer sacrificio que el hombre presenta por sus pecados. Dice el profeta David que “El sacrificio a Dios es un espíritu contrito; un corazón contrito y humillado”. Y el Santo Apóstol Pablo, en su epístola a los Corintios escribe que “la tristeza según Dios produce firme arrepentimiento para la salvación; mas la tristeza del mundo produce la muerte” (II Corintios 7, 10)
(Traducido de: Sfântul Ioan Iacob de al Neamţ - Hozevitul, "Pentru cei cu suflet nevoiaş ca mine...", Opere complete, Editura Doxologia, p. 334-335) - Fuente: Doxologia
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