Una buena virtud que se hace notar entre otras muchas es la de ser gentes de fiar, ser personas en las que se puede confiar, que inspiran confianza y responden bien cuando se deposita en ellas. Decir de una persona que es fiable es un gran elogio.
Y son de fiar las personas a las que se puede acudir cuando estamos apurados, tenemos problemas, necesitamos ayuda o queremos desahogarnos. Y estamos seguros de haber acertado cuando acogen, escuchan, nos dicen la verdad, responden, actúan en favor nuestro.
Jesucristo fue un hombre fiable. Los discípulos acudían a Él confiadamente al tratarle y para preguntar lo que no comprendían. Una característica de los santos es la confianza en el Señor, pues sabían que nunca falla: «¿Qué más queremos que tener al lado un buen amigo que no nos dejará en los trabajos y tribulaciones como hacen los del mundo?». «Fiad de su bondad, que nunca falló a sus amigos».
F. F. Carvajal en “Pasó haciendo el bien” (tomado de “Tan_gente”)
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