Señor y Dios mío,
quiero comenzar el día confesando mi amor por Ti;
nada se compara Contigo,
¡Tú eres el Bueno!
Tú eres el que, a pesar de todos mis pesares,
estás a mi lado, te donas,
te ofreces, te haces pequeño, te escondes en el pan,
para fortalecerme, para levantarme.
Contigo no hay tinieblas,
Contigo el Sol siempre brilla.
Todo se disipa, todo se transfigura.
Sólo Contigo, sólo en Tí, todo se vuelve nuevo,
y aún en la prueba más dura, todo se vuelve paraíso.
Si decidieras irte, todo sería noche,
se adormecerían mis entrañas,
se apagaría la alegría,
Que Tu Amor no desista de mi,
de nosotros, del mundo...
¡ven, y con Tu Espíritu Santo llena las inmensidades!
Nuestras vastas ausencias,
soledades, tristezas, vacíos y mezquindades,
nuestro desamor y nuestra desesperanza.
¡Amén!
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