Día siete Novena de Navidad.
Con Jesús por la mañana.
A veces se nos hace hábito nuestra realidad y vamos perdiendo la delicadeza del agradecimiento. Se hacen habituales los amigos, la familia, el aire, el alimento, el trabajo, los talentos, hasta nuestras torpezas que nos ayudan a crecer. Todo nos ha sido dado, nada es por nuestros méritos. Presta atención a todo lo que hoy vivas, di “gracias” a tus hermanos por sus pequeños servicios y agradece a Dios sus regalos. Recuerda y agradece especialmente por la presencia de los mayores en tu vida, ofreciendo tu día por ellos.
Con Jesús por la tarde.
“Mi alma canta la grandeza del Señor, y mi espíritu se estremece de gozo en Dios mi Salvador, porque él miró con bondad la pequeñez de su servidora” (Lc 1, 46-48). Agradecer es alabar a Dios reconociendo que todo lo hemos de recibido de su mano. Escribe tu propio Magnificat, agradeciendo y alabando a Dios por su amor y recítalo.
Con Jesús por la noche.
Serénate y trata de ser más consciente. ¿Crees que vas creciendo interiormente? ¿Sientes que aumenta tu esperanza, tu amor y caridad? ¿Qué te llena la vida de plenitud? Entrega esta noche a tu Padre del cielo tus preocupaciones.
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