Jesús dijo a sus apóstoles: Cuídense de los hombres, porque los entregarán a los tribunales y los azotarán en las sinagogas. A causa de mí, serán llevados ante gobernadores y reyes, para dar testimonio delante de ellos y de los paganos. Cuando los entreguen, no se preocupen de cómo van a hablar o qué van a decir: lo que deban decir se les dará a conocer en ese momento, porque no serán ustedes los que hablarán, sino que el Espíritu de su Padre hablará en ustedes. El hermano entregará a su hermano para que sea condenado a muerte, y el padre a su hijo; los hijos se rebelarán contra sus padres y los harán morir. Ustedes serán odiados por todos a causa de mi Nombre, pero aquel que persevere hasta el fin se salvará.
Queridos hermanos:
En medio de las fiestas de Navidad se celebra al mártir San esteban. Él es el primer mártir del cristianismo. El primero en entregar la vida por Jesús. Uno de los grandes testigos de la fe. Por eso celebramos su memoria.
Hay mártires que entregan su vida por Cristo y por el Evangelio, admirablemente, para siempre, en un instante. Hay otros que, no menos admirablemente, entregan la vida cada momento. Hoy puede ser un buen día para acordarnos de tantos misioneros, hombres y mujeres, que han entregado para siempre su vida por los demás. Quizás lo hacen lejos de los suyos, pero cerca de la verdad más profunda de la Navidad. Ellos hoy son testigos (mártires) de Jesucristo en medio de una sociedad que sigue soñando con ser más solidaria y más fraterna. Ellos van por delante, iluminando, desde las periferias, el sueño de crear entre todos un mundo mejor, una fraternidad universal en la que todos vivamos como hermanos, hijos de un mismo padre. Pero también hay muchos mártires y testigos en las realidades más cotidianas, entregando lo mejor de sí, de múltiples formas, pensando más en los demás que en sí mismos. En ellos se refleja la cercanía y el amor de Dios por la humanidad.
“Haz el bien, y no mires a quién”, dice un refrán popular. “No temáis”, aunque seáis incomprendidos, dice Jesús. “Él será quien ponga palabras en vuestra boca”. “Vosotros, perseverad…”.
Pidamos al Señor hoy la gracia de ser testigos y de crecer en esa generosidad y desprendimiento que, sin duda, da credibilidad a nuestra fe en medio de nuestro mundo. Un saludo a todos los misioneros y misioneras que, lejos de los suyos, anunciáis el Evangelio de Jesús. Os llevamos en el corazón y oramos por vosotros, sabiendo que también seguís por la red estas reflexiones del Evangelio. Un fuerte abrazo de vuestro hermano,
Fernando Prado, CMF
fuente del comentario CIUDAD REDONDA
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