Estaba también allí una profetisa llamada Ana, hija de Fanuel, de la familia de Aser, mujer ya entrada en años, que, casada en su juventud, había vivido siete años con su marido. Desde entonces había permanecido viuda, y tenía ochenta y cuatro años. No se apartaba del Templo, sirviendo a Dios noche y día con ayunos y oraciones. Se presentó en ese mismo momento y se puso a dar gracias a Dios. Y hablaba acerca del niño a todos los que esperaban la redención de Jerusalén. Después de cumplir todo lo que ordenaba la Ley del Señor, volvieron a su ciudad de Nazaret, en Galilea. El niño iba creciendo y se fortalecía, lleno de sabiduría, y la gracia de Dios estaba con él.
RESONAR DE LA PALABRA
Fernando Prado, cmf
Saludos, amigos,
Se va terminando el año. Es tiempo de hacer un poco de balance y de soñar con nuevos proyectos. Ana, la anciana profetisa, da gracias a Dios, bendice y habla maravillas del niño. Dice un sabio y viejo consejo que más vale encender una vela que maldecir la oscuridad. Estoy convencido de ello.
Cuando miramos nuestra realidad, muchas veces nos vemos inclinados a maldecir nuestra suerte. Razones para ver el lado oscuro de las cosas no nos faltan. No somos ciegos. ¡Hay tantas cosas que no están bien! Pero, seamos honestos: nadie se atrevería a negar que hay razones para lo contrario. No somos ciegos ni para ver el mal ni para ver el bien. Más aún diría: vivimos envueltos en un ambiente de bien. Por eso el mal nos resulta extraño, hace ruido y nos llama más la atención.
El mal es la disrupción en medio de la armonía. Está ahí, pero no es lo que mueve las cosas. El mundo no lo mueve el mal, sino el bien. Construir desde esta convicción es siempre más interesante y tiene una fuerza renovadora que construye. Los que andan siempre caminando entre los sepulcros, en el lado oscuro de las cosas, con cara de Cuaresma sin Pascua, profetizando calamidades y maldiciendo su suerte (tengan más o menos razones para hacerlo), son pasto de la lástima y de la melancolía. ¿Quién se apunta con ellos para construir un mundo mejor?¿quién se embarcaría en un viaje con compañeros así de camino?
Pidamos al Señor en este día la gracia de construir un mundo mejor desde el lado positivo de las cosas. Que no caigamos en la tentación de que el mal, con su atronador ruido, nos impida ver el bien que traspasa con mayor fuerza la realidad. Si Dios está con nosotros… ¿quién contra nosotros? Los desafíos, dice el papa Francisco, están para superarlos. Que tengamos un buen día. Os deseo lo mejor.
Un saludo cordial de vuestro hermano,
Fernando Prado, cmf.
fuente del comentario CIUDAD REDONDA
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