Con Jesús por la mañana.
“El hombre está sumido en el tiempo: en él nace, vive y muere. Al nacer se fija una fecha, la primera de su vida, y con su muerte otra, la última…No obstante, aunque la existencia de cada uno de nosotros es limitada y frágil, nos consuela el pensamiento de que, por el alma espiritual, sobrevivimos incluso a la muerte” (San Juan Pablo II). ¿Crees en la muerte como paso al encuentro con el Padre? Vive las renuncias de hoy como pequeñas muertes donde encontrarte con Dios. ¡No te lamentes, descubre la oportunidad y ofrece por la intención del mes!
Con Jesús por la tarde.
“Vengan a mí, todos los que están cansados y agobiados, y yo los aliviaré. Carguen con mi yugo y aprendan de mí, que soy tolerante y humilde de corazón, y encontrarán descanso para su vida. Porque mi yugo es suave y mi carga ligera” (Mt 11, 28 – 30). Pon en el Corazón de Jesús todo aquello que te agobie y te quite paz para que Él lo suavice. Repite sostenidamente: mi alma descansa en ti Señor.
Con Jesús por la noche.
Vuelve a la calma. Detente un momento, deja que Dios te encuentre. ¿Con qué sentimientos iniciaste el día? ¿Cómo continuó? ¿Cómo te sientes ahora? ¿Hubo algo que te hubiera gustado que fuera diferente? Recoge el momento de mayor plenitud del día, reposa en él y disponte a iniciar una nueva jornada.
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