San Clemente de Alejandría (150-c. 215), teólogo
Protréptico, c. 1
Juan el Bautista nos invita a la salvación
¿No es extraño, amigos míos, que Dios nos exhorte siempre a la salvación, y nosotros estemos siempre escurriéndonos ante esta ayuda y así la aplacemos? ¿Acaso Juan no nos está invitando a la salvación siendo todo él una voz que nos exhorta? Preguntémosle pues: «¿Quién eres tú entre los hombres, de dónde vienes? «No nos dirá que es Elías y negará ser el Cristo, pero confesará que es una voz que grita en el desierto (Jn 1,20s). ¿Quién es, pues, Juan? Para tomar una imagen, que se me permita decir: una voz del Verbo, la Palabra de Dios, que nos exhorta gritando en el desierto...: «Allanad los caminos del Señor» (Mc 1,3). Juan es un precursor y su voz es el precursor del Verbo de Dios, voz que alienta y predispone a la salvación, voz que nos exhorta a buscar la herencia del cielo.
Gracias a ella «la abandonada tendrá más hijos que la casada» (Is 54,1). Este embarazo me lo ha anunciado la voz del ángel; esta voz era un precursor del Señor que trae la buena noticia a la mujer que no había dado a luz (Lc 1,19), tal como lo hace Juan en la soledad del desierto. Es, pues, por esta voz del Verbo que la mujer estéril da a luz con gozo y que el desierto da frutos. Estas dos voces, la del ángel y la de Juan, precursoras del Señor, me hablan de la salvación escondida en ellas, de manera que, después de la manifestación de este Verbo, recogemos el fruto de la fecundidad, la vida eterna.
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