Vas a concebir y a dar a luz un hijo y le pondrás por nombre Jesús.
Lucas 1, 31
Al meditar hoy en el episodio de la Anunciación, dirijamos la atención a nuestro Padre celestial, que se deleita en hacer lo que a nosotros nos parece imposible:
“Padre amado, sé que nada es imposible para ti. Tú solamente pronunciaste tu palabra y todo fue creado. Del caos de la nada, hiciste brotar la vida y la luz; le prometiste a Abraham una descendencia numerosa y tu palabra se cumplió al pie de la letra. Una y otra vez tú prodigas tu vida con generosidad donde parece que no hay más que muerte. No hay obstáculo alguno que sea demasiado grande para ti.
“Señor, pienso en Isabel, la madre de Juan el Bautista. A veces me siento como ella, que no tenía ninguna prole que pudiera merecerle alabanza o preservar su memoria. Pero la esterilidad de Isabel, toda su naturaleza biológica, no fue obstáculo para ti. Le prometiste que iba a dar a luz un hijo y la llenaste de gozo, y así sucedió. Así pues, hoy día, Padre amado, no temeré pensar en los aspectos de mi vida que parecen improductivos, y te ruego que infundas tu vida y tu creatividad en esos aspectos vacíos.
“También pienso en la Virgen María. Ella tenía toda su vida por delante, con tantas posibilidades. Yo puedo ver posibilidades inexploradas en mi vida también. Tengo esperanzas y sueños que guardo con cariño, aunque no sé cómo pueden llegar a ser realidad. Pero tú infundiste tu vida en María de una manera inesperada. Su inexperiencia no fue obstáculo alguno para ti. Por eso, confío en que me ayudarás a dar fruto de la manera que tú deseas. Trataré de decirte que sí hoy, y esperaré con entusiasmo para ver cómo me responderás.
“Señor mío, para ti no hay nada imposible, por eso decido creer en esa verdad más que en las dificultades que veo en mi vida. Al igual que María, creeré aunque no vea cómo podrás tú hacerme dar buen fruto. Como Isabel, confiaré cuando me ataque la desesperanza. Gracias Señor, por todas las veces en que ya me has comunicado tu vida, y espero con sumo interés para ver cómo vas a realizar tu obra.” Concédeme decisión y fortaleza, Señor, para poner en acción aquello que tú quieres que yo haga.
“Padre celestial, sé que todo lo creaste de la nada, y por eso te alabo y te doy gracias, porque no hay nada imposible para ti.”
Isaías 7, 10-14
Salmo 24(23), 1-6
Fuente: Devocionario Católico La Palabra con nosotros
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