Natividad del Señor.
Con Jesús por la mañana.
“Me imaginaba yo entonces que, en el momento exacto en el que nació Cristo, todas las cosas, el mundo entero, contuvo el aliento y se hizo en todo el universo ese gran silencio que ya nunca se ha repetido jamás…¿O es que podría Dios hacerse hombre sin que se detuvieran de asombro las estrellas, se callaran absortos los animales, vivieran un misterioso temblor las flores y las cosas todas? (José Luis Martín Descalzo). Quédate contemplando el pesebre, entra en la escena, y toma parte de ella. ¿Qué descubres? Ofrece tu día por la intención del Papa.
Con Jesús por la tarde.
“Al principio existía la Palabra, y la Palabra estaba junto a Dios, y la Palabra era Dios. Al principio estaba junto a Dios” (Jn 1, 1-2). Dios se hizo uno con nosotros, unido íntimamente a nuestra humanidad, para siempre. Continúa contemplando en silencio a Jesús nacido entre nosotros. Repite en tu corazón: “Gracias, Señor, Gracias”.
Con Jesús por la noche.
Explora tu interioridad. Agradece el día que termina. ¿Qué sentimientos estuvieron presentes durante el día? ¿Qué temores tienes? ¿Cuáles son las situaciones que te hicieron feliz? ¿Cómo has cuidado de aquello que te hizo feliz?
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