martes, 19 de septiembre de 2017

COMPRENDIENDO LA PALABRA 190917

San Ambrosio (c. 340-397), obispo de Milán y doctor de la Iglesia 
Tratado sobre el Evangelio de san Lucas, 5, 89, 91-92
“Joven, yo te lo ordeno, levántate”

      Lo mismo  que los síntomas de la muerte quitan toda esperanza de vida, lo mismo que los cuerpos de los difuntos mueren después en la tumba, sin embargo, a la voz de Dios, los cadáveres listos a su descomposición se levantarán, reconociendo la palabra; el hijo es devuelto a su madre, ha vuelto de la tumba, ha sido arrancado. ¿Qué tumba le retiene? Tus malas costumbres, tu falta de fe. Es de la tumba que Cristo te ha liberado, de esa tumba tú resucitarás, si escuchas la Palabra de Dios. Lo mismo si tu pecado es grave y no puedes  limpiarlo por las lágrimas de tu arrepentimiento, la Iglesia, tu madre, llorará por ti, ella que interviene por cada uno de sus hijos como una madre viuda por su único hijo. Pues ella comprende por una clase de sufrimiento espiritual lo que es natural, cuando ella ve que sus hijos son arrastrados hacia la muerte por sus vicios funestos...

      Qué llora por tanto, esta piadosa madre: que una multitud la acompaña, no solamente una multitud, sino una multitud considerable compadece a esta tierna madre. Entonces tú resucitarás en tu tumba, tú serás liberado; tus portadores se detendrán, y podrás decir palabras de vivos, todos quedarán estupefactos. El ejemplo de uno solo corregirá a muchos y  ellos alabaran a Dios de haber tenido tales remedios para evitar la muerte.

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