martes, 3 de junio de 2014

37º Convocatoria de la RCC de Italia

El Papa aprueba a los carismáticos y advierte que hay que adorar pero "no controlar a Dios"

El papa Francisco presidió el domingo una oración masiva en el estadio de fútbol de Roma, colmado con más de 50.000 católicos que siguen movimientos carismáticos.
El pontífice dijo a la multitud que cuando era arzobispo en Buenos Aires, al principio no "compartía" el estilo desbordante con el que oraban ciertos católicos carismáticos, pero que después se dio cuenta de que "la renovación carismática es una gran fuerza" para la iglesia católica.
Grupos evangélicos protestantes dinámicos han arrebatado muchos fieles a la iglesia católica latinoamericana.
Francisco dijo a los feligreses que el demonio desea destruir la familia, que describió como la "iglesia doméstica". Obispos de todo el mundo se reunirán en Roma en octubre para debatir problemas que afectan a la familia.
Con las manos elevadas al cielo al unísono, los fieles rezaron en el estadio olímpico por Francisco.
Advertencia
Francisco pisó hoy el Estadio Olímpico de Roma para participar en la Asamblea anual de la Renovación Carismática Católica (RCC), a cuyo integrantes exhortó a "adorar" a Dios, sin "controlarlo".
"El peligro de la renovación es la excesiva organización. La organización es buena, pero hay que dejar a Dios ser Dios para que dirija, guíe y oriente a cada persona en cada momento. Sois dispensadores de la gracia de Dios y no controladores. El fundamento de la renovación debe ser adorar a Dios", afirmó.
Se trata de la primera vez que un pontífice acudía a una cumbre anual de este movimiento que surgió tras el Concilio Vaticano II y que habitualmente tiene lugar en Rímini, al norte de Italia.
La RCC es un movimiento de la Iglesia católica que nació en un retiro de treinta estudiantes y varios profesores de la universidad de Duquesne, en Pensylvania (Estados Unidos) a principios de 1967 y se extendió con rapidez por ese país y por Latinoamérica.
Juan Pablo II lo definió en su momento como "una manifestación elocuente de la vitalidad siempre joven de la Iglesia, una expresión vigorosa de lo que el Espíritu está diciendo a las iglesias al final del segundo milenio".
Considerada una de las respuestas laicas al Concilio Vaticano II (1962-1965), este movimiento católico tiene como ejemplo a las comunidades cristianas primitivas.
Bergoglio accedió hoy al estadio al ritmo de "Osana en el cielo", coreado por cerca de 52.000 fieles católicos procedentes de 52 países, según los organizadores de la trigésimo séptima asamblea.
Le pidieron que cantara con ellos el tema "Viva Jesús, el señor", una demanda que causó sorpresa en Francisco por tratarse - dijo - de una de sus canciones favoritas.
Banderas de Brasil, Argentina, Uruguay, Ecuador, pero también de la Unión Europea y de los Estados Unidos llenaron de color este espacio deportivo en el que ya estuvo Juan Pablo II en 1984.
Los asistentes corearon durante gran parte del acto el nombre del papa con tanta energía que le impidieron continuar con su discurso en varias ocasiones.
Mostraron así su alegría por recibir a un papa que admitió el pasado año que no era partidario de esta agrupación.
No obstante, meses después Francisco cambió su opinión y les reconoció su actividad además de decirles que tenían buenos asesores religiosos.
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