Imaginar y sentir que la gracia de Dios nos circunda, invade y conduce
es una cosa maravillosa y verdadera. ¡Es así como Dios nos ama!
Otra cosa es contar con la gracia del Señor, obedecerla cuando nos llama la atención,
tener un corazón entrenado para oírlo y, de nuevo, obedecerlo.
Resumiendo:
en verdad, la gracia de Dios está donde decidimos ponerla. Es así que yo entiendo que las bendiciones del Señor están donde nosotros estamos.
¡el paso siguiente depende de nosotros!
Con cariño y oraciones!
Tu hermano,
Ricardo Sá
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