Al despertar, hemos encontrado aquí la sede de Canción Nueva llena de juventud. Muchos, de los que aquí están, ya tuvieron una experiencia con Dios, otros llegaron por insistencia de otras personas. Algunos llegaron a Canción Nueva en condición de paralíticos y solo vinieron porque alguien hizo de todo para que estuvieran aquí.
Jesús vió un paralítico, vio una camilla y vio a los amigos del paralítico, a aquel jóven le dijo, “tus pecados están perdonados”. Y este discurso puede hasta haber causado una cierta decepción en aquellos que estaban a su alrededor, porque después de mucho esfuerzo Jesús solo dijo, “¿tus pecados están perdonados?” Pero, Jesús vió a aquel hombre y fue directo al alma, directo a su corazón.
Jesús ve las áreas de tu vida que nadie, ni siquiera tú mismo logras ver. Jesús te mira y no quiere saber nada más, él quiere ir directo a tu corazón. Jesús te ve, él ve tu cuerpo paralizado por el pecado. El inicio del pecado es bueno, ¿verdad? cuando comienzas a fumar marihuana, o a tener relaciones sexuales es bueno, porque al comienzo todo ‘es bueno’. Pero, después te vas paralizando y dentro de un cuerpo paralizado late un corazón atribulado.
“Lo que me hizo venir a vivir a Canción Nueva no fue la televisión, no fue la radio, no fueron los encuentros, porque cuando yo vine para Canción Nueva no tenía todavía este Centro de Evangelización. Lo que me trajo aquí fue la castidad, cuando vi hombres y mujeres viviendo la castidad y la posibilidad de tener muchos hermanos, hermanas y vivir de forma sana“
Muchos no consiguen terminar aquello que comienzan. Inician la facultad y no terminan, comienzan un noviazgo y no siguen delante, eso ocurre porque están paralizados. Jesús te mira y dice, “yo sano tu corazón atribulado”.
Dios hace contigo como una madre con un niño, cuando se hiere. La criatura se debate en el regazo de la madre que dice: “calma, quédate quieta, yo voy a limpiarte” y el niño grita, “no, va a doler”. La primera cosa que los padres hacen es calmar el niño en el regazo y el corazón atribulado va aquietándose, la madre va poniendo el remedio y todo pasa. Es eso lo que Dios hace contigo, Dios cuida primero el corazón agitado.
Como cristiano, católico, la primera cosa que tu necesitas hacer para salir de esta parálisis es buscar un padre y confesarte. Jesús te mira y dice: “Tus pecados están perdonados” y después él dijo, “Yo voy vendar tus heridas”. El mundo quiere transformarte en un idiota, en una persona limitada para que dependas de todo, por eso él te ofrece drogas, por eso te da ‘preservativos’ y vas quedando lleno de heridas.
Existe la herida, estamos heridos, y cuando vamos para el campo de batalla es necesario proteger esta herida. ¿No es verdad que cuando te hieres en una relación, no quieres saber más de noviazgos? El remordimiento, la culpa hace que te quedes triste, por eso es necesario cuidar esas heridas para que tu puedas volver al campo de batalla, para que regreses al noviazgo, a la facultad, a tu familia.
La herida que hoy traes duele, molesta, sangra, pero si tu caminas con Dios esta herida se convertirá en cicatriz. Mira tus antiguas heridas, que ahora son cicatrices, y darás testimonio, ayudarás a otras personas a no repetir lo mismo que tu hiciste. ¡Dios vuelve la mirada hacia ti!
“¡Qué bueno es cantar a nuestro Dios, qué agradable y merecida es su alabanza! El Señor reconstruye a Jerusalén y congrega a los dispersos de Israel; sana a los que están afligidos y les venda las heridas. El cuenta el número de las estrellas Y llama a cada una por su nombre” (Salmo 147, 1-4).Dios te conoce, Él te llama por tu nombre. Así como Él vió cuando te trajeron en la “camilla” y te “bajaron por el techo”, como hicieron con el paralítico. El Señor sabe todo, sabe lo que hiciste, te perdona, restaura tu cuerpo paralizado y calma tu corazón. Y porque Dios sabe todo de ti, Él te ama como nadie te ama.
Dunga
Misionero de la Comunidad Canción Nueva
Predica durante retiro PHN 2015
fuente Portal Canción Nueva
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