viernes, 14 de agosto de 2015

Mateo 19, 3 -12

Saliendo de Galilea y regresando a la región de Judea, Jesús daba otro paso más en su caminar hacia su pasión y muerte. En Galilea, había revelado el poder de Dios haciendo señales y milagros y enseñando con toda claridad. En Judea iba a ser probado por los fariseos y escribas, que tratarían de hacerlo caer. Con todo, continuaría curando a los enfermos y llevando al pueblo la buena nueva del amor de Dios. Caminando hacia Jerusalén y entrando en la ciudad, Jesús no cesaba de formar a sus discípulos, enseñándoles e invitándolos a entrar en la vida con él.

Los fariseos trataron de usar la cuestión del divorcio como forma de desacreditar a Jesús. Incluso hoy nosotros mismos, por la naturaleza caída que heredamos, tratamos de utilizar temas controversiales para hacer tropezar a aquellos con quienes estamos en desacuerdo. Es común que esto suceda en el escenario político, pero si miramos sinceramente a lo profundo del corazón, descubriremos que todos caemos en este tipo de acciones. Sin el Espíritu Santo que purifique nuestra conciencia, todos podemos ser tan solapados o dobles como los fariseos.

El problema del divorcio es siempre doloroso, de modo que es importante recordar que Cristo no tuvo la intención de causar dolor, sino de establecer un plan claro y piadoso para las relaciones humanas. Jesús les recordó a los fariseos la historia de la creación y el propósito original del Creador para el hombre y la mujer: Ambos debían unirse en un compromiso perdurable de alianza que reflejara la alianza de Dios con su pueblo. Desafortunadamente, el egoísmo e incluso la maldad que se ocultan en el corazón humano suelen empañar esta visión.

Por esto, el esfuerzo personal por sí solo, por grande y persistente que sea, jamás podrá lograr tan sublime ideal. El amor y la estabilidad conyugal exigen la fe y la obediencia al Padre, cuyo deseo es transformarnos por la obra de Cristo.

Oremos, los seguidores de Jesús, para que seamos capaces de abrazar la vida de Cristo y seguir su camino del amor y la obediencia. Dios es fiel cualesquiera sean nuestras circunstancias; si nos acercamos al Señor, él escuchará nuestra oración y nos mostrará el camino.
“Padre celestial,lávanos el corazón y purifícanos la conciencia.Protege la santidad de la vida y la familiay ayuda a los que luchan o sufren por proteger su matrimonio y su vida familiar.”

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