viernes, 9 de octubre de 2015

¡Buen día, Espíritu Santo!

Padre del Cielo,
Señor de nuestros corazones,
el aparente silencio de la noche
nos lleva a creer que nada acontece,
que en las penumbras solo existen penumbras,
y la noche se hace eterna.
Sólo la luz revela lo real y auténtico,
lo bello, lo que alcanzó madurez.
Danos la gracia de ser perseverantes, Padre Nuestro,
perseverantes en la espera del nuevo día,
del Kairós que despunte la Luz sobre nuestros corazones
para ver, para contemplar, para percibir con claridad
Tu Amor que no pasa;
Tu Misericordia que es bálsamo;
Tú paso silencioso.
Coloca en la mañana, en cada uno de nosotros,
en nuestros corazones Tu marca de Amor;
la Abundancia de Tu Corazón... ¡Tú Espíritu Santo!
Derrámalo con poder y danos una nueva unción.
Suaviza con Su presencia toda aspereza,
disipa toda desilusión para que,
haciendo lo nuestro,
Tú hagas lo esencial: ¡santificarnos!
Amén.



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