Evangelio según San Lucas 11,27-28.
Cuando Jesús terminó de hablar, una mujer levantó la voz en medio de la multitud y le dijo: "¡Feliz el seno que te llevó y los pechos que te amamantaron!".
Jesús le respondió: "Felices más bien los que escuchan la Palabra de Dios y la practican".
RESONAR DE LA PALABRAJosé Luis Latorre, misionero claretiano
Queridos amigos:
Ante la curación del endemoniado que, además era mudo, unos acusan a Jesús de que echa los demonios en nombre de Belzebul y una mujer sencilla del pueblo, viendo y escuchando las explicaciones de Jesús, prorrumpe en alabanzas a él y a su madre. Qué curiosas las palabras de esta mujer: ¡Feliz el vientre que te llevó y los pechos que te amamantaron! Intuyó que detrás de este hombre tan especial y extraordinario había una gran mujer y una madre que lo dio a luz y educó. Jesús acepta esta alabanza dirigida a su madre, pero nos descubre la profunda grandeza de su madre: “Felices más bien los que escuchan la Palabra de Dios y la practican”.
María fue la primera discípula y oyente de la Palabra de Dios; María conservaba en su corazón todas las cosas de la vida de su Hijo y las meditaba; María acompañó a su Hijo durante todo el ministerio público y estuvo al pie de la Cruz en el momento de su entrega total al Padre. María en el cenáculo esperó con los discípulos, en la fe y la oración, la venida del Espíritu Santo. Ella estuvo siempre con Jesús en las alegrías y las penas, en los éxitos y fracasos, en las alabanzas y vituperios… Vivió día a día su “SI” del momento de la Encarnación, sin volverse atrás en ningún momento. Su vivir fue un humilde servicio a la obra y la misión de Jesús. María ciertamente es la Madre de Jesús digna de toda alabanza, pero es antes que madre la primera creyente como dice San Agustín “María concibió antes en su mente que en su vientre”, es decir, precedió la fe a la concepción.
Los cristianos tenemos una grande y extraordinaria Madre que desde el cielo nos acompaña en el camino de la vida y siempre está atenta a interceder por nosotros en nuestras necesidades como lo hizo en la boda de Caná. Pero también, como Madre, nos recuerda lo que Ella dijo a los sirvientes: “Hagan lo que Él les diga”.
fuente: Ciudad Redonda portal en español
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