“Cómo será difícil para los que poseen riquezas entrar en el Reino de Dios”
Cuando Jesús dice: “Felices los pobres de espíritu” (Mt 5,3), nos muestra que el Reino de los cielos será dado más bien a la humildad del corazón que a la ausencia de riquezas. No dudemos de que los pobres obtienen más fácilmente este bien que los ricos, pues la pobreza inclina a unos a la bondad, y la riqueza lleva a otros a la arrogancia. Y sin embargo numerosos son los ricos que poseen este espíritu que pone la abundancia al servicio, no de su propio prestigio, sino más bien a las obras de caridad. Para ellos, la ganancia más grande es lo que gastan para aliviar la miseria y la pena del prójimo. La humildad del corazón es entonces dada a los hombres de toda condición. Podemos ser iguales en cuanto a las disposiciones sin serlo en cuanto a la fortuna. Sea cual sea la desigualdad de sus bienes terrestres, no hay distancia entre ellos que son iguales a nivel de los bienes espirituales. Feliz entonces la pobreza que no desea aumentar sus riquezas de aquí abajo sino que aspira a enriquecerse de los bienes del cielo.
San León Magno (¿-c. 461)
papa y doctor de la Iglesia
Sermón 95, 2-3: PL 54, 461-462 (frm trad.evangelizo.org©)
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