Estas palabras marcaron el inicio de la gran aventura de María. El ángel acaba de revelarle el proyecto que Dios había reservado: ser la Madre del Mesías. Antes de dar Su consentimiento, María quiso asegurarse que aquella era realmente la voluntad de Dios y, cuando entendió que eso era lo que Dios deseaba, adhirió plenamente a ese proyecto, sin la mínima vacilación.
De allí en adelante, María continuó abandonándose completamente a la voluntad de Dios, incluso en los momentos más dolorosos y trágicos.
Por haber cumplido, no Su voluntad, sino la voluntad de Dios y, por haber confiado plenamente en lo que Él le pedía, todas las generaciones la proclaman Bienaventurada (Lc 1,48); y Ella se realizó plenamente, al punto de convertirse en La Mujer por excelencia.
Este es el fruto del cumplimiento de la voluntad de Dios: realizar nuestra personalidad, adquirir nuestra plena libertad, alcanzar nuestro verdadero ser, pues, siempre, hemos estado en el pensamiento de Dios.
Pero para que el designio de Dios pueda ser cumplido en su plenitud, Él pide mi adhesión y la tuya, tal como la pidió a María. Sólo así será posible realizar la palabra que el Señor ha pronunciado para mí y para ti. Entonces, nosotros, también estamos llamados a decir: "¡Yo soy la servidora del señor, que se cumpla en mi lo que has dicho!.
Tu hermano,
Monseñor Jonas Abib
Fundador de la Comunidad Canción Nueva
Adaptación del original en portugués
No hay comentarios:
Publicar un comentario