domingo, 3 de marzo de 2019

Meditación: Lucas 6, 39-45

No hay árbol bueno que produzca frutos malos. (Lucas 6, 43)

¿Cómo es el fruto que tú y yo damos en la vida? Si a veces nos parece que el fruto que damos no es bueno, eso quiere decir que necesitamos que el Señor nos cambie desde la raíz.

Esa es la esperanza que tenemos los cristianos, porque Jesús vino al mundo a transformarnos, para que seamos árboles que dan buen fruto. El Señor dijo que el árbol bueno solo puede producir fruto bueno, y viceversa; pero jamás dijo que era imposible cambiar la raíz del árbol. De hecho, cuando confesamos nuestros pecados, reconocemos que necesitamos a Jesús y permitimos que el Señor nos perdone y nos devuelva la salud.

La clave radica en el don del arrepentimiento humilde y sincero, porque allí es donde el pasado puede desaparecer desde el punto de vista de Dios. Wl señor nos dice: “Yo, por ser tu Dios, borro tus crímenes y no me acordaré más de tus pecados” (Isaías 43, 25). Imagínese la gran liberación que se siente al saber que todo “lo malo” ha desaparecido del recuerdo de nuestro Padre; en efecto, si aprendemos a ver las cosas con los ojos de Dios, las faltas y pecados también “desaparecerán” de nuestra propia perspectiva. En realidad, no es que los olvidemos del todo, sino que esos hechos ya no tendrán fuerza alguna para mantenernos atados en los sentimientos de culpa o vergüenza.

Pero lo que quiere hacer Jesús, nuestro Redentor, es mucho más que perdonarnos; quiere curarnos y devolvernos la salud completa. La próxima vez que usted se sienta condenado por el recuerdo de sus pecados pasados, sepa que Dios nos hace ver los pecados que hemos cometido nada más que para concedernos la oportunidad de comenzar de nuevo y este es un entendimiento que puede darnos el deseo de examinarnos el corazón, porque estaremos convencidos de que nuestro Dios es un médico bondadoso, no un juez implacable.
“Te alabo, Padre celestial, porque tu amor me está transformando y porque cuando te presento mis pecados, tú me tratas con misericordia y no me condenas.”
Eclesiástico 27, 4-7
Salmo 92;2-3. 13-16
1 Corintios 15, 54-58

fuente: Devocionario Católico La Palabra con nosotros

No hay comentarios:

Publicar un comentario