«Es más fácil o más cómodo ver y condenar las faltas y pecados de los demás, sin poder ver los propios con la misma lucidez. Siempre escondemos nuestros defectos, incluso los escondemos a nosotros mismos; sin embargo, es fácil ver los defectos de los demás. La tentación es ser indulgente con uno mismo, mano larga con uno mismo y duros y condenar a los demás. Es siempre útil ayudar al prójimo con consejos sabios, pero mientras observamos y corregimos las faltas de nuestro prójimo, también debemos ser conscientes de que nosotros tenemos faltas. Si yo creo que no las tengo, no puedo condenar o corregir a los demás. Todos tenemos defectos: todos. Y debemos ser conscientes, y antes de condenar a otros debemos mirar dentro de nosotros mismos. Así, podemos actuar de manera creíble, con humildad, dando testimonio de la caridad»
Santo Padre Francisco
Ángelus 03032019
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