«De nuevo buscaban prenderle, pero él se les escapó»
Como las alas de las palomas sobre sus pequeños...,
así son las alas del Espíritu sobre mi corazón.
Mi corazón se alegra y exulta
como un niño salta de gozo en las entrañas de su madre.
He creído y he encontrado descanso;
es fiel aquel en quien he creído.
Me ha llenado de bendiciones
y mi cabeza se ha girado hacia él.
Ninguna lanza me separará de él
ni tampoco ninguna espada.
Me ha preparado antes que no llegue la pérdida,
me he colocado sobre sus alas incorruptibles.
La vida inmortal me ha apretado y abrazado,
de ella me viene el Espíritu que está en mí:
Él no puede morir, porque es la vida.
[Habla Cristo:]
Los que me han visto se han sorprendido
porque yo era perseguido.
Me creían anonadado,
porque les parecía perdido.
Pero la opresión se convirtió en mi salvación.
Llegué a ser objeto de menosprecio.
No había en mí nada que envidiar;
hacía el bien a todos los hombres,
y he sido odiado por ellos.
Me han cercado como a perros furiosos (Sl 21,17),
unos insensatos que van contra sus amos;
su inteligencia estaba corrompida, su espíritu pervertido.
En cuanto a mí, he retenido las aguas con mi derecha,
mi dulzura soportaba su amargura.
No perecí, porque no estaba comprometido con ellos,
mi nacimiento no tenía nada que ver con el suyo.
Buscaron mi muerte y no lo consiguieron;
yo era anterior a su memoria.
En vano se arrojaron sobre mí
los que me perseguían;
en vano buscaron suprimir
el recuerdo de aquel que existía antes que ellos.
El designio del Altísimo, nada lo supera,
su corazón es más grande que toda la sabiduría.
¡Aleluya!
Odas de Salomón (texto cristiano hebraico de principio del siglo II)
Nº28
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